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Wed, Apr
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Dos años de gestión

Editorial
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El atraso social que se vive en Chiapas debiera de obligar al gobernante a no desperdiciar ni un solo día en el gobierno pero desafortunadamente presta más atención a los sucesos diarios de la entidad la estatua de la Diana Cazadora que el propio gobernador Rutilio Escandón.

En Chiapas las cosas no caminan bien y eso lo puede decir el empresario, el campesino, el profesor, la ama de casa, el comerciante, el médico, la vendedora del mercado y los mismos trabajadores de la burocracia. Pese a esta situación, el gobierno no presenta alternativas políticas ni propuestas económicas de mejora. A diario nos hablan de una Cuarta transformación, pero nadie sabe qué se va a transformar ni cómo se va a dar esa transformación ni cuando va a terminar.

Junto a esta situación, el gobernador continúa diciendo mentiras a la población; habla de los logros en contra de la pandemia del coronavirus, a sabiendas que son puros logros imaginarios, debido a que las personas se siguen contagiando y los fallecimientos no disminuyen. Lo mismo sucede con los informes sobre seguridad, pública en el que se engaña asimismo al afirmar que Chiapas es uno de los Estados más seguro del país.

En la lectura de su mensaje, el gobernador hizo retroceder a Chiapas a los años 20 del siglo pasado, en el que adquiere un símil con el único gobierno “Mapache” que hubo en la entidad, al enarbolar la importancia de la defensa de la propiedad privada, frente a los embates agraristas de las ligas de las comunidades agrarias que planteaban el reparto de la tierra. En ese sentido, presumir los desalojos, aún y cuando eso le proporciona al gobierno legitimidad, en una sociedad que reproduce el discurso terrateniente “Mapache”, resulta paradójico, sobre todo porque el gobierno proviene de un discurso que se autonombra de izquierda, .

En Chiapas el principal derecho no es el de la propiedad privada. Los derechos fundamentales en la entidad son los derechos humanos, en el que se encuentra el derecho al trabajo y el derecho a la vivienda, ambos derechos violados por la política de desalojos y de recuperación de tierras. Un gobierno de izquierda o preocupado por la convivencia democrática, debió de prever la dotación de terrenos a las personas que ocupaban suelos agrícolas y debió de prever la construcción de vivienda en los desalojos de predios urbanos o semiurbanos, pero no hubo ni lo uno ni lo otro, debido a que el gobierno en Chiapas está desnaturalizado, no tiene programa ni agenda de gobierno y utiliza la ideología de izquierda por conveniencia personal y para ocultar la ausencia real de compromiso social.

La gran paradoja que hay en Chiapas, es que existen muchos deseos e ilusiones porque las cosas mejoren, pero se carece del Estado necesario para lograrlo. A su vez, la entidad lleva una triada de gobernadores, que le han hecho mucho daño a Chiapas, por la cultura de rapiña que practican y reproducen.