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El desánimo para gobernar

Editorial
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El gobierno actual por su inacción, ha dejado correr situaciones, que en realidad nunca debieron de suceder, en virtud de que algunos problemas son ocasionados por grupos cercanos o afines al gobierno, que polarizan la convivencia como sucede en el actual paro de transportistas.

 

En este sentido, resulta de una totalidad irresponsabilidad que el principal problema del gobierno de Manuel Velasco sea  la ausencia de un gabinete capaz, que permita tomar decisiones e impulsar políticas públicas, que aminoren la desigualdad social en la población y que construya mejores condiciones de gobernabilidad en la entidad.

De manera preocupante los hilos del control y de la gobernabilidad están sueltos en Chiapas y el gobierno no manifiesta la mínima intención de procurar la legalidad en las relaciones del Estado con la sociedad, en la que frecuentemente se observan decisiones políticas que son ilegales y que pueden llegar a ocasionar el juicio político del gobernante.

A poco más de un mes de iniciado el quinto año de gobierno, los tiempos para Manuel Velasco prácticamente se agotaron al tener en este momento un pobre 21% de aprobación  a su gobierno, con el riesgo de que cada día que pase, el aparato público puede alcanzar mayores índices de desaprobación por un malestar que se generaliza. Sobre todo porque no se observan intensiones de generar un viraje de la política y el timón transita sin rumbo entre incertidumbres, indecisiones y nombramientos desafortunados, en la que todo parece indicar que el propio gobernante le apuesta a que Chiapas pierda.

En la tradición de la política a la mexicana lo que parece es. Y  en Chiapas parece que existe un desánimo para gobernar, lo que se traduce en que el gobernante ya no quiere continuar en el cargo y que le incomodan las noticias de los problemas que a diario se multiplican por todo el territorio. Eso genera que exista una situación de caos en varios puntos de la geografía chiapaneca, en la que nadie en el gobierno muestra un interés por evitar que el barco se hunda.

El desánimo que se percibe en el gobierno no les permite identificar que muchas de las condiciones de violencia que se vienen prefigurando en el territorio, se pueden llegar a neutralizar con la designación de nuevos funcionarios en la mayoría de las secretarías; pero en lugar de intentar promover los cambios necesarios se continúan con las inacciones y se aplica un recorte presupuestal para la mayoría de las dependencias del gobierno y además se incrementa el malestar de la población con el despido de trabajadores en la administración pública.

En Chiapas los políticos y funcionarios de los tres niveles de gobierno no entienden que el propósito de la actividad política es la de responder a la creación de una sociedad en las que se reproduzcan la libertad, la convivencia democrática, los derechos humanos, el respeto a la diferencia, los anhelos por la paz, el respeto al medio ambiente y una lucha permanente por la construcción de mejores estándares de vida para la población. Y como no entienden este espíritu de la política, estos aprendices de la política prefieren manejarse en la ilegalidad, la opacidad, la corrupción y la impunidad.