Las fallas del programa de vacunación

Editorial
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En los dos últimos gobiernos en Chiapas se vivió el despilfarro y el desvío del presupuesto, sin que a la fecha se haya investigado y sancionado a los responsables del uso indebido de los recursos públicos, en el que se ejercieron más de 800 mil millones de pesos sin un resultado de mejora de las condiciones de la población.

Ahora, en la administración denominada de la 4t, en la entidad prevalecen un conjunto de funcionarios que no han demostrado que tengan las competencias ni el conocimiento y mucho menos la sensibilidad política para ejercer un gobierno diferente, a punto tal, que en lo que va de la administración de Rutilio Escandón se han ejercido más de 185 mil millones de pesos, sin que se sepa en dónde y en qué se invirtieron esos recursos; información que es indispensable conocer, debido a que el principal problema de la entidad es la falta de circulante, que tiene semiparalizada todas las actividades productivas de la entidad y sin que se hayan tomado las previsiones necesarias para enfrentar los daños económicos provocados por la crisis sanitaria, que está generalizando el cierre de negocios y el despido de trabajadores.

Pero los males de la administración en Chiapas no está sólo en el despilfarro y corrupción sino también en la forma como se organizan las actividades, incluyendo las que forman parte de los programas sociales del gobierno federal. Ejemplo de ello es el programa de vacunación para prevenir el Covid 19, que inició en los municipios costeros de Arriaga, Tonalá, Pijijiapan y Escuintla, en el que no se realizó una campaña previa de información y después de los primeros días de vacunación, se percibe que la afluencia de personas mayores de 60 años es menor a lo que se programó vacunar, lo que originó que se difundiera que existe la disponibilidad de vacunas para personas que no habiten en esos municipios, situación que está siendo aprovechada por habitantes de Tapachula y Tuxtla Gutiérrez para ir a esos lugares a vacunarse.

La crisis sanitaria en Chiapas ha sido manejada con criterios políticos y no como un grave problema de salud pública, a punto tal que no existe información veraz sobre el número de contagios y fallecimientos y esto ha sido utilizado para informar mentiras y minimizar los riesgos que representan los contagios de Covid 19. Esta desinformación está acompañada por la creencia en ciertos núcleos de población de que el coronavirus es un invento, una falsedad.

Desafortunadamente esta creencia está permeando en comunidades que están tomando la decisión de no vacunarse y con ello cierran la posibilidad de prevenir nuevos repuntes de la enfermedad. Esta resistencia a vacunarse es el resultado de un mal manejo de la pandemia, en donde no se le ha informado adecuadamente a la población sobre la amenaza que representa el coronavirus para la salud y la vida de las personas.

La baja convocatoria de personas mayores de 60 años para vacunarse en Arriaga, Tonalá, Pijijiapan y Escuintla, es un indicativo fidedigno de que es necesario una mayor información y que este programa de vacunación no puede dejarse en manos de la cuadrilla de los servidores de la nación, quienes con creces han demostrado, que las actividades que les encomiendan las realizan mal.