Los riesgos en las elecciones

Editorial
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El gobierno de Rutilio Escandón presenta un abandono administrativo que hace imposible gobernar Chiapas. El gobernador no lo quiere aceptar, pero sus colaboradores no han mostrado competencias para desempeñar el cargo y ni siquiera han interiorizado las problemáticas que se vive cotidianamente en Chiapas, en donde los funcionarios simplemente están como espectadores silenciosos del desastre social y administrativo que se vive en la entidad. 

En efecto, para enderezar el rumbo se requiere de la reestructuración del gobierno y de la incorporación de hombres y mujeres que tengan experiencia e ideas claras de las decisiones que se deben de tomar en el corto plazo. Pero ha quedado claro, el gobernador no tiene equipo y no formó los cuadros necesarios para gobernar. Así que se corre el riesgo, en el caso de que hayan cambios, que los funcionarios que lleguen sean peores que los que se van. Por eso no se puede dejar de señalar, que a Chiapas le puede ir todavía peor en los meses y años siguientes de esta administración.

Son muchas decisiones equivocadas en la administración de Rutilio Escandón, pero la más delicada, por los peligros que entraña, es la indiferencia que existe ante los problemas sociales, pues esto acrecienta la protesta y la violencia institucional, que ante la ausencia de eficacia gubernamental los problemas de gobernabilidad aumentan y se muestra la cara del caos y de falta de rumbo.

El gobernador se caracterizó por ser un personaje cauto, que prefiere no tomar decisiones ni asumir compromisos; con ello prácticamente abandonó las responsabilidades que implican gobernar. Lo preocupante es que existe información estadística y estudios de sondeos de opinión que muestran que el gobierno de Rutilio Escandón no está funcionando y no se ven visos que esta situación vaya a cambiar. En un breve recuento se puede observar que las actividades económicas están paralizadas; el PIB presenta cinco trimestres de decrecimiento; no solo no hay crecimiento en el empleo sino que éste decreció; la inversión pública está estancada; el nivel de aprobación del gobernante aparece siempre reprobado; los problemas de gobernabilidad son permanentes y son muchos municipios en donde han existido situaciones de violencia; la inseguridad se apoderó de las calles; la ausencia de políticas para el campo hacen prever una crisis en la producción y una crisis en la soberanía alimentaria en la entidad.

Las elecciones del 6 de junio pueden polarizar aún más a la población y es previsible que en muchos municipios haya una violencia poselectoral. Sobre todo en aquellos municipios y distritos electorales en donde los candidatos de Morena sean derrotados.

Al mismo tiempo, en estas elecciones se corre el riesgo de una mayor participación de los grupos de la delincuencia organizada, que tienen en Chiapas como un territorio de paso, pero que les resulta de crucial importancia tener el control del gobierno municipal. Esto significa una incidencia de estos grupos en los municipios fronterizos, en los municipios de la costa y en la frailesca. Todo ello ante una debilidad del gobierno de Chiapas.