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Defender la Semana Santa

Editorial
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La decisión del gobierno de cerrar el acceso a las playas en la costa de Chiapas, durante la Semana Santa, como una medida para prevenir los contagio de Covid 19,  provocó el malestar de los prestadores de servicios turísticos en Puerto Arista, quienes en reunión acordaron el cierre de la Carretera Costera, como medida de protesta ante la decisión del gobierno, que no los consultó ni les propone medidas de apoyo para resarcir sus pérdidas en esta temporada.

Esta protesta se debe en parte a la pérdida de legitimidad que tiene el gobernador Rutilio Escandón, pero también a las mentiras oficiales en los informes sobre los contagios y fallecimientos ocasionados por la pandemia, cuyos reportes sitúan a la entidad en semáforo verde, lo que resulta contradictorio con la medida de cerrar las playas, medida que no se presenta en otras entidades con playas que reportan semáforo naranja.

La rebelión de restauranteros, hoteleros, meseros, músicos y palaperos pone en crisis a este gobierno, que tiene acotados los márgenes de gobernabilidad y que carece de negociadores. Y una medida que tiene el propósito de implementar medidas preventivas en contra del Coronavirus, por el mal manejo político,  está convertido en un reclamo social, en el que las salidas que tiene el gobernador es echar para atrás su propio acuerdo o bien destinar recursos públicos como subsidio a los prestadores de servicio para que de motu propio ellos cierren sus negocios.

El cierre de la carretera anunciado para hoy a las 5:30 de la mañana, representa una presión política que puede producir problemas mayores, pues no solo se obstruye el principal paso de mercancía hacia Centroamérica sino que tiene el ingrediente político de debilitar aún más la frágil figura del gobernador, que no tiene gabinete, ni políticas de gobierno y que se encuentra alejado de la problemática social que se vive en la entidad, en un momento en que se disputan los cargos de elección popular dentro de Morena, en donde a muchos aspirantes cada vez  les queda claro que las encuestas son una farsa, pues eso significa aplicar más de 100 encuestas con un gasto millonario en tiempos de austeridad, y que el método de selección de los candidatos va a ser al viejo estilo del PRI: el dedazo.

La disputa que puede darse en el seno de Morena entre los que se consideran los históricos del partido, en contra de los verdes amorenados y los arribistas de último momento, quienes pueden quedarse con las principales posiciones de las candidaturas, son un ingrediente adicional a los problemas de gobernabilidad en el Estado, quienes en una coyuntura de protesta social en la costa, van a aprovechar amarrar las candidaturas sin esperar los tiempos del partido.

La falta de lecturas políticas adecuadas de parte del gobernador y la ausencia de una asesoría política, ocasiona que se tomen decisiones producto de ocurrencias, que provocan desestabilización y desorden social, como el que se generó en los municipios de la costa que esperaban con ansias la Semana Santa para mejorar sus ingresos.