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Thu, Apr
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El tiempo se agotó para el gobierno

Editorial
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El actual gobierno está sufriendo una erosión política-social fundamentalmente desde adentro. Sus principales problemas los tiene en su funcionamiento; en la integración del gabinete; en su inmadurez e inexperiencia; en la ineficacia de la gran mayoría de los funcionarios del primer y segundo nivel; en la corrupción cada vez más generalizada; en la ausencia de visión de futuro; en su sistemático funcionar en decisiones ilegales; en su propio desprecio al Estado de derecho; en la permisibilidad a la violencia; en sus dificultades en garantizar la seguridad de las personas.

 

Chiapas tiene muchos y diversos problemas sociales, algunos de ellos de larga historia, que se articulan con problemas recientes o de mediano plazo, que no han sido debidamente atendidos.   

Sin embargo, con todo y los conflictos presentes hoy día en la entidad, las movilizaciones que hay presentan demandas inmediatistas que no reflejan reivindicaciones medianamente elaboradas como pudiera ser la mejora de la calidad de vida, una educación con calidad, una universidad socialmente responsable, generación de mejores empleos, mejor calidad en el transporte urbano, mejores servicios de salud, democracia en los procesos electorales, etc., etc..

Las demandas inmediatistas, tienen poca duración aún y cuando regularmente se reciclan y parecieran demandas añejas. Este tipo de movimientos fenecen en el corto plazo y no logran transformarse en movimientos sociales que logran modificar aspectos del mundo instituido y que inclusive producen reformas significativas.

La ausencia en Chiapas de una participación ciudadana reflexiva y crítica y/o de una oposición con mínima congruencia, así como una marcada desconfianza en los grupos sociales hacia alguien que levanta la voz o que realiza cuestionamientos al Estado, ha generado una pobre cultura política y ha propiciado un sectarismo extremo, que dificulta una mejor organización de la protesta social y que esta se convierta en un movimiento social.

Esto hace que diariamente haya muchas acciones de protesta en todo el territorio, pero desafortunadamente se presentan de manera aislada y con pobres resultados.

Frente a esta ola diaria de protestas y conflictos, el gobierno ha asumido una actitud de indiferencia, que termina frustrando y desalentando a la población, en donde se conjuga la ira, la impotencia y finalmente el conformismo generalizado.

Sin duda, los problemas y conflictos en la entidad son mayúsculos, algunos quizá irresolubles, pero el sectarismo y la desconfianza mutua dificultan una cohesión entre ellos. Situación que aunque grave, le permite al gobierno continuar administrando los problemas.

 Por ello se percibe que las mayores dificultades del gobierno los tiene dentro de su funcionamiento, en la que no hay un equipo de trabajo y en donde los secretarios y subsecretarios se miran unos a otros con recelo sin saber a ciencia cierta qué es lo que se tiene que hacer.

 El tiempo ya se agotó para este gobierno. Prácticamente concluyó el cuarto año de gobierno sin resultados positivos y sin visos en que pueda cambiar el comportamiento abúlico de su desempeño. Lo delicado de la situación presente y futura de la entidad, es que aún faltan dos años de gestión, que de acuerdo a la crisis que se vive en el país, se prevén los años más difíciles del sexenio y en Chiapas se mantiene la indiferencia política y no se han tomado las previsiones necesarias para evitar un mayor daño a las condiciones sociales de la entidad.