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¿Quién es el responsable de los muertos?

Editorial
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La violencia se ha normalizado en Chiapas, que hasta parece parte del folklore. Ejemplos de ello hay muchos: en Aldama, el conflicto está presente desde antes que iniciara el gobierno de Rutilio y no se le ha querido dar solución. Son varias docenas de muertos generadas por ese conflicto y el enfrentamiento continúa en total impunidad. Lo mismo sucede con la situación de los desplazados indígenas, un problema heredado, que este gobierno tampoco ha querido resolver, en donde los grupo paramilitares formados en el gobierno del PRI, ahora son aliados del gobierno de Morena.

Pero esta situación se repite en todo el territorio. En Tila, pese a que existe una resolución de la Suprema Corte de Justicia, que obliga a la devolución de las tierras ejidales que fueron expropiadas para crear el fundo legal de esa ciudad, sigue sin ejecutarse, y esto provoca una violencia permanente, pues en esa zona se creó un grupo paramilitar que históricamente ha gobernado el municipio, que está confrontado con los ejidatarios, que sobre la base de los hechos ampliaron sus límites sobre la extensión que les pertenece, situación que provoca una gran tensión, sin que la autoridad desarrolle las estrategias de solución del problema.

En Venustiano Carranza también se vive un añejo conflicto que no ha sido debidamente atendido y que recientemente provocó dos muertos y varios heridos. En Siltepec, en la Sierra de Motozintla, se encuentra cerrada la carretera y exigen la presencia del gobernador para liberarla. Oxchuc  es otro pendiente de este gobierno, que no conoce los problemas de la entidad ni tiene el mínimo interés por construir acuerdos de paz, aunque en el papel está conformado un comité para ese efecto, en el que incluso hay reuniones pero nulos resultados.

La ausencia de gobierno afecta no solo la gobernabilidad del Estado sino la inversión privada. No hay seguridad y las actividades productivas sufren una alarmante parálisis, que agudiza la crisis social de la entidad e incrementa los niveles de pobreza. Pero todo esto parece no tener importancia para los funcionarios del gobierno, quienes están convencidos de que están haciendo bien las cosas y el propio gobernador lo repite, con pleno convencimiento, sin el deseo de aprender de la experiencia de los gobernadores que lo antecedieron, quienes gozan de un merecido desprestigio.

Bajo estas circunstancias, es muy complejo que Rutilio Escandón vaya a mejorar en los niveles de aprobación de su gobierno, en el que corre el riesgo de un mayor desplome, De allí que su preocupación debiera ser la de preparar su salida, pues ésta puede ser con un mayor desprestigio a la que tienen Juan Sabines y Manuel Velasco, con la gran diferencia que éstos dos exgobernadores nunca vivieron en Chiapas ni tienen familiares radicando en la entidad, contrario a lo que sucede con el gobernador Escandón.

De igual manera, el gobernador debiera de tener claro que su gobierno es el responsable del números de muertos que hay, producto de los enfrentamientos que se están dando entre las organizaciones en Chiapas, pues la ausencia de la investigación y la sanción de los responsables, es una huella que le va a acompañar y en el que se le puede llamar a cuentas.