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Thu, Apr
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La enseñanza de las elecciones del domingo

Editorial
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Las elecciones del domingo dejan varias enseñanzas que implican lecturas políticas que deben de realizarse. La primera de ellas es que el discurso de la cuarta transformación es un discurso exitoso, pero que no tiene sustento histórico ni político; la segunda enseñanza es la existencia de un pluralismo político en la sociedad mexicana, a pesar de la insistente postura maniquea del presidente de la república que considera que sólo hay dos posturas, los conservadores y los liberales, los que están con su política y los que están en contra de ella, los que promueven el cambio y los que se oponen a él; la tercera lección, es el acrecentamiento de una sociedad polarizada, entre los que proponen el pluralismo político y los que consideran que deben de desaparecer los partidos del PRI, PAN y el PRD, pero esta polarización entraña un elemento clasista mucho peor, el de las clases medias que decidió salir a votar en contra de morena y del presidente y el de los sectores beneficiados por los apoyos sociales que salió a votar por el temor provocado por el discurso que señalaba que si Morena perdía se iban a desaparecer los apoyos sociales. Una cuarta lectura de las elecciones, es la ausencia de autocrítica entre los grupos progresistas y de izquierda que respaldan las acciones del presidente, quienes terminaron apoyando decisiones políticas como la del caso Salgado Macedonio y peor aún, promoviendo el voto a favor de impostores y personajes vinculados con la delincuencia organizada, como sucedió en Chiapas y Guerrero.

El discurso de la cuarta transformación es fantasioso y sin sustento histórico, debido a que el fortalecimiento del mundo moderno -que inició con el renacimiento, que contrapuso una concepción diferente del mundo religioso-, se dio con la formación del Estado, que otorgaba derechos ciudadanos, que propuso los límites del poder del rey y luego el equilibrio de poderes. El motor que propició esta transformación del Estado fue el surgimiento de un proyecto democrático, que otorgó el derecho a la elección y proporcionó nuevos sentidos a la política y al ejercicio del poder.

Pues bien, en México este proceso de modernidad se vivió de manera inacabada, pues la separación de las colonias del reino español, creó un nuevo Estado en la América española, pero no fue un estado democrático. De allí que la primer transformación de la que habla el presidente no existió, en virtud de que esa modernidad fue interrumpida por un gobierno de dictadura en la figura de Agustín de Iturbide. Esta modernidad interrumpida en México se vio recrudecida por las décadas de guerras internas y por guerras en contra de potencias extranjeras, que dificultó no solo el establecimiento de un proyecto democrático sino la formación de un Estado de derecho. La Restauración de la República durante el gobierno juarista tampoco produjo el triunfo de un proyecto democrático sino el triunfo de la dictadura, primero la de Juárez y luego la de Porfirio Díaz, de allí que resulte inexistente esa segunda transformación que recrea el presidente López Obrador.

Pero la Revolución Mexicana, que inició en contra de la dictadura porfirista tampoco condujo al establecimiento de un gobierno democrático, sino que condujo a un nuevo tipo de dictadura institucional con la formación de un partido hegemónico que ganaba todos los cargos de elección, pues no existía competencia política. Se allí que tampoco existe la versión de una tercera transformación del país. Por último, habría que señalar que el proceso democratizador del país inició en la década de los sesentas, que exigía no solo participación política sino el reconocimiento de una sociedad plural. Este proceso promotor de un proyecto democrático tuvo varias etapas: rebeliones estudiantiles, la formación de grupos guerrilleros, el reconocimiento de partidos de oposición entre ellos el Partido Comunista Mexicano, la formación de coordinaciones de organizaciones de masas como la CNPA, la CNPI, la CNTE, y el FNCR; el sismo de 1985 en la Ciudad de México, que propició la organización vecinal y la lucha por la reconstrucción de las viviendas; la ruptura del PRI en 1988 y la formación del Frente Democrático; el levantamiento zapatista de 1994; la pérdida de la mayoría del PRI en la Cámara de Diputados; la alternancia de gobierno en el 2000 con la primer derrota presidencial del PRI.

Como se puede observar el proceso democratizador, que conlleva el cambio de régimen político y la derrota del PRI, se gestó décadas anteriores, lo que significa claramente que la lucha democrática no tiene sus orígenes con López Obrador como malamente se quiere hacer creer. Es más, Morena terminó usurpando la lucha democrática y el movimiento de izquierda y lo terminó pervirtiendo. Por eso, la enseñanza más importante de las elecciones del domingo, es que es posible retomar la lucha por el proyecto democrático y el discurso de las izquierdas, que fue apropiado por morena, que oferta una cuarta transformación que resulta inexistente.