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Thu, Apr
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¿Es posible cambiar el rostro de Chiapas?

Editorial
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Después del proceso electoral, Chiapas continúa presentando el rostro de lo que ya no se quiere vivir, una violencia generalizada, enfrentamientos en varios municipios y una inseguridad alarmante, que ocasiona asesinatos brutales como el de las cuatro personas incineradas el pasado fin de semana. La hegemonía alcanzada por morena y sus aliados debiera de conducir al diseño de un programa de gobierno, acompañado de una convocatoria hacia una reflexión colectiva para definir los nuevos rumbos de Chiapas, con el fin de mejorar la convivencia y las condiciones de vida de la población. Aquí lo que se esperaría del gobierno, en una convocatoria como la que se sugiere, es que se respete el pluralismo y que el gobernador se comprometa a realizar el mayor de los esfuerzos en promover una política de transformación de Chiapas que de verdad mejore la vida pública.

En Chiapas, por el bien de todos, se tiene que abandonar el estilo de gobierno desafortunado y de desaciertos políticos y económicos que ha prevalecido en los últimos años. Esto debiera ser una obligación en este gobierno, pues la violencia y la inseguridad, se han convertido en notas recurrentes en los medios nacionales, que exhibe a la entidad con muchos riesgos no sólo para el turismo sino también para la inversión.

Desafortunada y lamentablemente los sucesos de violencia están presentes con mucha recurrencia en varias localidades de la entidad, situación que las autoridades se resisten en confirmar e inclusive se encubren o maquillan en las reuniones de la mesa de seguridad, a punto tal en que el gobernador del Estado ha mencionado que en seguridad vamos bien pero se puede estar mejor, algo que no abona a la gobernabilidad, pues se terminan fortaleciendo  los patrones de impunidad que se normalizaron en la entidad.

Los informes sobre seguridad y las expresiones de que se va muy bien, contrasta radicalmente con la percepción de muchos sectores de la población que consideran que hay un incremento de la inseguridad y con ello, un incremento de crímenes con violencia, en donde los feminicidos y los crímenes con violencia han estado presentes en las últimas semanas y han cargado de indignación y malestar a núcleos de población, que exigen poner un alto a esta situación.

En este malestar de la población no se puede pasar por alto, que en Chiapas se sufre de una creciente falta de generación de empleos y que además no existe un programa de estímulos para el crecimiento económico. A la vez, no existe un programa de salud, que se reclama en este período en el que hay una amenaza de un repunte en los contagios de  Covid 19, ni tampoco existe un programa de mejora de la educación ni de fomento a las actividades agropecuarias; lo que significa que Chiapas padece problemas estructurales de pobreza y de violencia, que no pueden resolverse por sí solos ni aún con las acciones de política social que promueve el gobierno federal, que están focalizadas a algunas regiones, por lo que difícilmente pueden llegar a mejorar las condiciones de vida en la entidad.

El triunfo de la alianza de morena con el verde se debe de traducir en un interés por construir gobernabilidad con bienestar, que busque cambiar el rostro de violencia y pobreza que caracteriza a Chiapas.