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Thu, Apr
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¿Es necesario un interinato en el gobierno?

Editorial
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La violencia que se vive en Pantelhó, Chenalhó, Aldama, Tila, Chilón, Oxchuc, San Juan Chamula, El Bosque, Rincón Chamula, Simojovel y Carranza, dan muetra que la a política y el gobierno en Chiapas viven hoy día una fase de descomposición, que pone en riesgo a la seguridad nacional del país, debido sobre todo, a que un conjunto de instituciones que permita la unidad de la sociedad están dejando de funcionar y eso es lo que abre el paso a la violencia, a la inexistencia del derecho, al desplazamiento de la producción de granos por droga, a las ejecuciones extrajudiciales, al caos y a los problemas de gobernabilidad.

Los asesinatos recientes y la clara presencia de la delincuencia organizada, representan una muestra clara que el Estado no está funcionando y lo grave de la situación es que el gobierno federal y el estatal rechazan que la seguridad está en riesgo, y manda una señal, en el que no existe voluntad política para buscar restituir los lazos comunitarios, que permitan disminuir la violencia y construir acciones institucionales dentro de un proyecto de cultura de paz, que implica desarmar a todos los grupos paramilitares.

La peor irresponsabilidad que hay en el gobierno de Chiapas, es la actitud de un gobernante que considera que los conflictos siempre han existido en Chiapas y por lo tanto esta violencia no fue provocada por la administración actual, lo que justifica la despreocupación que existe, ante tantas conductas delictivas que se viven a diario en la entidad, en la que se han acumulado asesinatos políticos, que paradójicamente son responsabilidad del Estado por no tomar las medidas preventivas, máxime de que tienen antecedentes de los conflictos que se están gestando por la inoperatividad del gobierno.

La inacción política que caracteriza a la administración estatal deja en claro que al gobernador no le preocupa nada de lo que sucede en Chiapas, y por lo tanto, no hay disposición ni capacidad política para tomar las decisiones necesarias para restablecer el orden sin violencia en la entidad. Lo lamentable, es que los funcionarios en Chiapas no entienden ni perciben la magnitud de los problemas, y no existe la voz de mando en el gobernador que evite decisiones contraproducentes, como el empleo de la Guardia Nacional, en el que la represión policial no representa ninguna solución de los problemas que provocan la violencia en las comunidades.

En Chiapas han existido condiciones similares a la violencia, el caos y la ingobernabilidad que se está viviendo actualmente y la respuesta del régimen fue la renuncia de gobernadores y el surgimiento de interinatos y gobernadores sustitutos. Así fue con la salida del Licenciado Salomón González Blanco y la llegada de Juan Sabines Gutiérrez; la renuncia  Elmar Zetzer Marseille y la presencia de Javier López Moreno; la caída de Eduardo Robledo Rincón y el ascenso de Julio César Ruíz Ferro; el derrumbe de Ruíz Ferro y la llegada de Roberto Albores Guillén. Estas experiencias resultan más que ilustrativas, para entender que el cambio se logra con mover a una sola persona