En Chiapas los conflictos, la violencia y las protestas continúan en ascenso. El incremento de este malestar es síntoma de que prevalece una insatisfacción en la atención de las demandas ciudadanas; pero también significa una respuesta al incumplimiento de las expectativas en la mejora de las condiciones de vida, que fueron despertadas durante largos meses de campaña en el que prevaleció el discurso de la cuarta transformación y no se ve nada de este cambio en la entidad.
Está claro que Gobernar no es lo mismo que hacer campaña. La diferencia más simple se sintetiza entre resolver problemáticas y demandas y ofrecer apoyos. Mientras para uno se requieren de recursos económicos y de establecimiento de prioridades, para lo otro es un ejercicio en donde sólo se requiere de lengua y saliva.
El gobernador Rutilio Escandón ya no debe continuar en una actitud de indiferencia. Eso le ocasiona costos políticos porque no realiza giras y en las pocas que realiza priva el engaño y la falsedad, como ha sucedido con la inauguración de obras inconclusas en Huixtla y San Cristóbal. Desafortunadamente, los políticos en la entidad se acostumbraron a inventar imágenes falsas de la realidad y suelen construir escenarios de futuros fantasiosos y por lo consiguiente irreales.
En Chiapas, las condiciones de déficit fiscal que se tiene, convierten en un asunto por demás peligroso la sobrecarga de demandas de la ciudadanía. Por eso no es fortuito el incremento de la protesta, porque en distintos grupos de interés, se tiene lo suficientemente claro la incapacidad de respuesta financiera y también política, que existe en el gobierno, debido a una aplicación mal entendida de la política de austeridad, en una sociedad donde las condiciones de pobreza y de falta de empleos indican que se requiere de una mayor inversión pública.
Junto a las dificultades financieras que padece el gobierno, se suma la ineficacia en la capacidad de respuesta de muchas dependencias públicas, que está ocasionando un subejercicio presupuestal, que afecta y dificulta la atención de las demandas y la relación con los gobernados. Cuando este subejercicio se haga público, el linchamiento al gobierno por parte de las organizaciones será inevitable y las presiones y los reclamos políticos continuarán con más agresividad, porque sólo a un gobierno irresponsable, como el que se está viviendo, se le ocurre no ejercer el presupuesto
Lo inentendible de esta situación, es que el gobernador persista en mantener al mismo grupo de colaboradores cuando las circunstancias políticas y las consecuencias de la crisis sanitaria por el Covid 19 obligan a realizar con urgencia los cambios, no solo de funcionarios sino de políticas públicas encaminadas a la construcción de paz y a la gobernabilidad.
La austeridad y la ineficacia del gobierno
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