Un gobierno sin preocupaciones

Editorial
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La política y el gobierno en Chiapas viven hoy día una fase de descomposición, que pone en riesgo a la seguridad nacional del país, debido sobre todo, a que un conjunto de instituciones que hacen posible la unidad de la sociedad están dejando de funcionar y esto es lo que deja el paso abierto a la violencia, a la inaplicación del derecho, a las ejecuciones extrajudiciales  y al caos.

La violencia y muertos del día de ayer en San Cristóbal de Las Casas son una clara representación de que el Estado no está funcionando. Pero lo que sucedió en San Cristóbal no es un hecho  aislado, ya que lo mismo sucede en Tila, en Carranza, en Chilón, en El Bosque, en Rincón Chamula, en Chenalhó, en Oxchuc, en San Juan Chamula, etc., municipios que arrastran una historia de violencia, en el que es claro de que no existe la voluntad política del gobierno para buscar restituir los lazos comunitarios, que permitan disminuir la violencia y construir acciones institucionales dentro de un modelo de cultura de paz.

La peor irresponsabilidad que hay en Chiapas, es la actitud de un gobierno que considera que los conflictos siempre han existido en Chiapas y por lo tanto esta violencia no fue provocada por la administración actual, por lo que no hay compromiso para resolver esos problemas, lo que origina una despreocupación del gobernador, hacia esa violencia y los enfrentamientos que ocasiona que son recurrentes en la entidad, en la que se han acumulado asesinatos políticos, desplazamientos forzados, despojos de tierras, desapariciones, encarcelamientos, ejecuciones extrajudiciales, etc., que paradójicamente son responsabilidad del Estado por no tomar las medidas preventiva o bien por la inoperatividad del gobierno, por lo que resulta improcedente la indiferencia que muestra el gobernador a este caos que amenaza generalizarse.

En concreto, los crímenes sucedidos en las últimas son una responsabilidad del Estado, debido a que las autoridades tienen conocimiento con antelación de los problemas que se gestan en la entidad, sin que nadie implemente medidas preventivas o de protección ante la oleada de violencia y enfrentamientos que se dan entre los distintos grupos u organizaciones,

Está claro que al gobernador no le preocupa nada de lo que sucede en Chiapas, y por lo tanto, no hay disposición ni capacidad política para tomar las decisiones necesarias para restablecer el orden sin violencia en la entidad. Lo lamentable, es que los funcionarios en Chiapas no entienden ni perciben la magnitud de los problemas, y se terminan tomando decisiones que resultan contraproducentes, como bien puede ser el uso selectivo de la represión policíaca a grupos que protestan y deciden tomar las casetas de pago o cerrar las carreteras, debido a que la violencia policial no resuelve los problemas y sí, en muchos casos, los termina agudizando.