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Chiapas, las pretensiones de la juniorcracia

Editorial
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En el proceso de sucesión de su gobierno, Pablo Salazar terminó cometiendo los peores errores que podría cometer, al no cuidar al máximo esa decisión,  lo que terminó marcando el futuro de desastre de Chiapas y para mal del propio exgobernador, esa decisión también  terminó influyendo en sus posibilidades políticas, en el que su carrera fue interrumpida y su proyecto de vida se alteró radicalmente.

La sucesión recayó en Juan Sabines y con ello inició el período de gobierno de los juniors, - caracterizado por gobiernos de los hijos y nietos de la clase gobernante-, que tuvo continuidad con Manuel Velasco, pero que se interrumpió con el ascenso de Rutilio Escandón, que tiene otros orígenes sociales; sin embargo la sucesión de éste se presenta dominada por la presencia de los junior, encabezados por Zoé Robledo y por los hermanos Luis Armando y Yamil Melgar Bravo.  

Estas intenciones de la juniorcracia chiapaneca no tienen buenos visos, pues ellos carecen de compromisos sociales y están carentes de una ideología, lo que significa que son capaces de realizar cualquier cosa y establecer las alianzas que sean necesarias con el fin de alcanzar sus propósitos personales, que sin duda, se encuentran alejados del interés general que representa Chiapas.

En esta sucesión, el gobernador Rutilio Escandón tiene claro que el presidente López Obrador adelantó los tiempos políticos y busca posicionar a Zoé Robledo como el próximo gobernador de Chiapas, pero Zoé es un candidato que se derrumba solo, lo que presenta serias dificultades para garantizar un triunfo electoral,  y entonces revive el sueño de los exgobernadores de Chiapas, que consiste en construir mediáticamente la posibilidad de incorporarse al gabinete presidencial, lo que lo salva con cargar una candidatura sin posibilidades de triunfo. Esto viene ocasionando que desde el palacio de gobierno se ordene la promoción de Rutilio Escandón como futuro director de la Comisión Federal de Electricidad.

Pero al mismo tiempo, el propio Rutilio promueve como su sustituto a otro junior, a Luis Armando Melgar Bravo, ligado a los negocios de Televisión Azteca, y que además forma parte del grupo económico-político de la cervecera corona de Tapachula, que controla esa presidencia municipal, y que con gran frecuencia los fines de semana son visitados por el gobernador, que ha hecho de Tapachula su centro de operaciones políticas. Ahí se acordó que Yamil Melgar fuera el líder de la fracción de Morena y ahí se viene fraguando la posibilidad de que sea Luis Armando Melgar el gobernador interino.

Bajo esta lógica, Chiapas está sujeta a las ambiciones e intereses de la juniorcracia, que desde ahora se pronostica, está imposibilitada para construir gobernabilidad en el Estado, debido a que desarrollaron una cultura de rapiña en el desempeño y ejercicio de su paso en la administración pública.