Los partidos políticos en la entidad viven un proceso de degradación política, que está propiciando la clausura o cierre de posibilidades para que surja un sector de militantes y actores políticos que construyan escenarios hacia el bienestar común y el punto central de preocupación sea la mejora de las condiciones de vida de los chiapanecos.
Por ejemplo el PRI -que carga cuatro derrotas electorales y que dejó de tener su estructura territorial que la daba fortaleza-, se encuentra copado por una dirigencia política que carga con el estigma de la traición y el entreguismo, a punto tal, que consulta al gobernador las decisiones políticas que se toman, aún y cuando el gobernador no forma parte de la militancia política de ese partido.
El PRD no supo mantener su fortaleza después de que participó en los gobiernos de Pablo Salazar y Juan Sabines, se desdibujó en el gobierno de Manuel Velasco, cuando Rutilio Escandón y Carlos Morales hacían campaña a favor de “Güero” y mostraban su desacuerdo con López Obrador, quien decidió apoyar a María Elena Orantes como candidata a la gubernatura, la deslealtad al PRD de Escandón Cadenas Y Carlos Morales fue bien pagada en el gobierno Verde, cuando a uno, sin trayectoria como abogado lo hacen presidente del tribunal y al otro, sin dominios de la problemática ambiental, lo hacen secretario del medio ambiente. Paradójicamente ambos personajes fueron beneficiados por Manuel Velasco y ahora son funcionarios de primer nivel en Chiapas, como militantes del Partido Morena. La crisis del PRD llegó a niveles preocupantes que en las pasadas elecciones terminó perdiendo su registro en el Estado.
El Partido Morena en Chiapas no existe aún y cuando se cree que son gobierno. En el 2018 ganaron Chiapas por el efecto Obrador y porque Manuel Velasco decidió jugar su futuro a lado de Morena. Eso le permitió arrasar en las elecciones que fueron concurrentes, pero de acuerdo con las cifras de los votaciones, Rutilio Escandón quedó en tercer lugar, por debajo en el número de votos de AMLO en la presidencia de la república y por debajo de Eduardo Ramírez Aguilar, quien fue candidato al senado. Sin la alianza, pero sobre todo sin las maniobras que hicieron Manuel Velasco Coello y Eduardo Ramírez para descarrilar al PRI y luego bajar a Fernando Castellanos, Rutilio Escandón jamás hubiera ganado la gubernatura. Esta falta de liderazgo de Rutilio Escandón se refleja en el partido Morena, que no tiene cuadros ni estructura.
El PAN prácticamente desapareció en Chiapas, sobre todo, a partir de la salida de Paco Rojas, quien en el 2015 y en el 2018, fue un candidato que les dio votos y eso les permitió mantener el registro en la entidad.
El partido verde es la peor versión del PRI, pero es el partido que mejor estructura electoral posee, lo que le permite alcanzar porcentajes importantes en las elecciones. Pero que resulta el menos confiable para los intereses de la ciudadanía que aspira a la mejora de la vida pública.
Movimiento Ciudadano, quien creció en la pasada elección y ganó la gubernatura en Nuevo León, en Chiapas perdió el registro local y requiere definir una política como partido de oposición, si sus pretensiones son obtener espacios territoriales.
Bajo estas circunstancias, la protesta que existe en distintos municipios en Chiapas tiene poco respaldo de los partidos y eso le da nuevos sentidos políticos, porque significa que es un movimiento cívico-ciudadano, que busca se garantice la legalidad y el derecho político de votar y ser votado. Esto indica que la negociación no puede ser partidaria, como pretende el gobierno, porque eso le permite la compra de voluntades, el sometimiento y el ofrecimiento de cargos públicos.
Mal hace el gobierno pretender socavar una protesta legítima comprando voluntades y ofreciendo canonjías en lugar de tomar una decisión que garantice el retorno de la LEGALIDAD a través de la convocatoria de elecciones extraordinarias en los municipios en el que ilegalmente se nombró Concejos Municipales
El retorno de la legalidad
Tools
Typography
- Font Size
- Default
- Reading Mode