Nada le preocupa al gobernador

Editorial
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Lo peor que le podía pasar a Chiapas, es la constitución de un gobierno con una actitud  irresponsable, que considera que los conflictos siempre han existido en la entidad,  por lo que esta violencia puede continuar igual, pues no fue generada por la administración actual, lo que provoca que no haya compromiso para resolver esos problemas, situación que origina una despreocupación del gobernador, hacia esa violencia y los enfrentamientos que ocasiona que son recurrentes en la entidad, en la que se han acumulado asesinatos políticos, desplazamientos forzados, despojos de tierras, desapariciones, encarcelamientos, ejecuciones extrajudiciales, etc., que paradójicamente son responsabilidad del Estado por no tomar las medidas preventiva o bien por la inoperatividad del gobierno, por lo que resulta improcedente la indiferencia que muestra el gobernador a este caos que amenaza generalizarse.

En concreto, los crímenes y heridos sucedidos en las últimas horas en Aldama, Chenalhó y Cintalapa son una responsabilidad del Estado, debido a que las autoridades tienen conocimiento con antelación de los problemas que se gestan en la entidad, sin que nadie implemente medidas preventivas o de protección ante la oleada de violencia y enfrentamientos que se dan entre los distintos grupos u organizaciones,

Está claro que al gobernador no le preocupa nada de lo que sucede en Chiapas, y por lo tanto, no hay disposición ni capacidad política para tomar las decisiones necesarias para restablecer el orden sin violencia ni con arbitrariedades. Lo lamentable de esta situación, es que los funcionarios en Chiapas tampoco entienden ni perciben la magnitud de los problemas y no tienen idea de cuáles son las decisiones que se deben implementar para cambiar el rostro de violencia en varios puntos del territorio chiapaneco.

Chiapas requiere urgentemente de orden, pero no necesariamente de represión  o  de operativos policíaco-militares sino de un orden con acuerdos políticos. Esto significa privilegiar la vía política sobre el uso de la fuerza policíaca, en donde la historia nos muestra ejemplos de que han sido contraproducentes.

Sin embargo, esta vía política y de acuerdos requiere de funcionarios con oficio y talento, algo de lo que carece la administración de Rutilio Escandón, por eso cada día que pasa se corre el riesgo de que los problemas se agudicen y estalle la violencia con graves consecuencias, no solo para los funcionarios, que pueden ser sancionados por omisión, sino para el conjunto de la sociedad que continúa acumulando agravios y desorden.