La inseguridad es el principal problema en Chiapas

Editorial
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El pasado viernes el periodista Leonel Durante fue golpeado y asaltado en el centro de la ciudad de Tuxtla Gutiérrez. El suceso, que fácilmente podría pasar como un dato más en la estadística de inseguridad, se convirtió en una enérgica condena que desnuda los problemas de seguridad que hay en las calles, que lamentablemente viene acompañada por la impunidad, en donde muchos de estos asaltos no se denuncian y los que se denuncian no se investigan ni se castiga a los responsables.

La agresión sufrida por el periodista debe ser investigada con la debida diligencia, porque atrás de este asalto se esconde una mafia de asaltantes que ha hecho de su modus operandi el centro de Tuxtla, bajo la presunta protección de autoridades policíacas tanto del municipio como del gobierno del Estado. De allí que la exigencia del gremio periodístico tenga una importante vertiente política, que sacude los niveles de complicidad construidos entre la delincuencia y las autoridades y cuerpos policíacos.

Los grupos de la delincuencia solo pueden crecer por la protección, complicidad y encubrimiento  de las autoridades. Situación que confronta la exigencia de los periodistas con la protección policíaca a la delincuencia y que pone en un brete a la presidencia municipal y al gobierno del Estado, quienes paradójicamente han guardado silencio ante esta agresión sufrida por Leonel Durante.

La situación de la inseguridad que se respira en todos los ámbitos de la vida cotidiana ya no debe banalizarse  bajo un discurso de un Chiapas seguro o de un Tuxtla seguro, que maneja el gobierno del Estado y la presidencia municipal, porque aparte de que no se les cree, se muestra la cara de un gobierno irresponsable, que pretende combatir la delincuencia ignorándola, sin importar la pérdida de vida o de bienes patrimoniales que  diario suceden.

La inseguridad ya es el principal problema que se vive en Chiapas, por eso se requiere de políticas de prevención y de investigación para evitar que este mal siga creciendo hasta el punto que se convierta en irresoluble, como ya sucede en otras partes de la república mexicana. Pero también se requiere urgentemente de la depuración de los cuerpos policiales y de funcionarios claramente identificados con la protección a la delincuencia organizada, así como de la profesionalización de los mismos.

Un problema tan delicado como la delincuencia organizada y la inseguridad, no pueden seguirse tratando con la banalidad como hasta ahora se ha hecho y se requiere tomar cartas en el asunto con la seriedad y la firmeza que este problema social requiere. Todo esto bajo una consigna central: caiga quien caiga, porque la seguridad de la población está por encima de cualquier interés político.