La pobre cultura política en el país se hizo evidente en el evento del día de ayer en Tuxtla Gutiérrez, encabezado por el líder de MORENA, Andrés Manuel López Obrador, en el que hubo un claro mensaje político de unidad, que abre la posibilidad de incorporar a todas las corrientes políticas, ideológicas y religiosas, en torno de una propuesta en construcción hacia un nuevo proyecto de nación, pero que no ha sido entendido del todo por los propios seguidores y activistas de AMLO.
El mensaje de López Obrador reconoce que en este país hay una descomposición social, que hace inviable la convivencia. Por ello propone una cuarta fase de reconstrucción de la nación –que inició con la Lucha de Independencia; luego con la Reforma y la restauración de la República y por último con la Revolución Mexicana-, pero esta cuarta etapa de reconstrucción, no puede realizarse sobre principios de exclusión, debido a que eso puede implicar un largo conflicto que dañaría todavía más a la nación. Esto significa que se requiere del esfuerzo y de la voluntad de las mayorías, en el que obviamente no se podría construir un nuevo proyecto de nación, sin el concurso e incluso colaboración, de los que durante décadas han ejercido el poder en el país.
Esta idea, choca con el imaginario de las multitudes, que de una u otra manera identifican a quienes han gobernado mal el país y se han enriquecido a través de la corrupción y explotación de las clases trabajadoras y ven el triunfo electoral como la oportunidad del castigo y la venganza contra los opresores. Y en su mensaje AMLO propone lo contrario, el plantea la amnistía y el perdón.
Dentro de la lógica en la que se viene moviendo López Obrador en sus giras por el país, es la firma del “Acuerdo Político de Unidad para la Prosperidad del Pueblo y el Renacimiento de México”, en el que espera sumar a empresarios, políticos y militantes de todos los partidos, asociaciones civiles y religiosas, grupos de campesinos, indígenas, trabajadores y funcionarios públicos, en el que bajo el espíritu de la unidad se identifique el interés general de México, sobre cualquier interés particular, lo que abre la posibilidad de poder superar la crisis política y financiera que se está viviendo y poder garantizar la constitución de un gobierno, con una legitimidad incuestionable y con la capacidad de reconstruir a la nación, que en este momento ha perdido rumbo y sentido identitario.
Por esas razones no se privilegia un discurso que fomente una política de ajustes de cuentas, que representa la división de la sociedad y el conflicto y mucho menos ese discurso se refiere a un escenario que represente ríos de sangre y humos de pólvora.
Sin embargo la situación de encono y desigualdad que hay en Chiapas hace difícil entender ese discurso. Pero sobre todo, la dificultad mayor se encuentra en el privilegio de los proyectos personales que hay en torno de MORENA-Chiapas, en el que AMLO fue testigo de cómo los grupos están confrontados y exhibieron sus miserias en el acto político, al fomentar los abucheos y la desacretidación mutua.
Las ambiciones de poder confrontaron con silbidos a los grupos. Y se hizo evidente que no caminan con los propósitos de unidad a la que convoca el líder de MORENA. De allí que hayan surgido duros comentarios de parte de AMLO cuando señaló que MORENA no está en busca de cargos, para luego manifestar que esos se consiguen con mediana inteligencia o con lambisconería. Pero en el fondo del mensaje de López Obrados está la desaprobación, de todos aquellos que pensaron que en el acto político de ayer habría un mensaje claro de quien sería el candidato de este partido en las elecciones del 2018. Y lo que existió fue el malestar de AMLO, que pudo comprobar la inmadurez política de los aspirantes, que buscaron posicionarse ante sus ojos, utilizando abucheos y silbidos empequeñeciendo la actividad política y demostrando que no entienden los tiempos políticos en el que se viene moviendo el líder de MORENA:
