Se adelantaron los tiempos políticos

Editorial
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La sucesión adelantada por la gubernatura en Chiapas está provocando que la ausencia de gobierno sea más evidente y de mayores riesgos sociales, no sólo porque hay un repunte de la violencia provocada por ajustes y enfrentamientos de la delincuencia organizada ante la indiferencia del gobierno o complacencia del gobierno sino porque se están formando grupos y periodistas que toman partido y polarizan el ambiente político, aspecto indicativo que abre la posibilidad de rupturas internas al interior del Partido Morena, y que éste no se presente en unidad, lo que significa un proceso electoral en la entidad competitivo e incierto porque no se puede adelantar éxito alguno para el partido gobernante.

Frente a esta campaña adelantada existe otra campaña que debilita aún más el frágil accionar del gobierno, debido a que por oleadas informativas en redes sociales y en algunos medios nacionales se fomenta el rumor político y se habla de la salida del gobernador y con ello la posibilidad de un gobierno de interinato. Esto provoca mucha especulación política y afirmaciones sin fundamento en el que la especulación política se traduce con nombres y apellidos para el posible interinato, lo que despierta las expectativas y deseos de las personas, que los llevan a tomar partido y a involucrarse en este escenario de especulaciones y campañas adelantadas.

La realidad política es que el gobernador no ha tomado las riendas del control político y en este momento se encuentra imposibilitado para dar un manotazo en la mesa y parar de raíz a los pretensos para que no le sigan alborotando la plaza, en virtud de que el banderazo de salida para la sucesión política la dio el propio presidente de la república al mandar a Zoé Robledo a promover su imagen con el programa de vacunación, a quien lo monitorean con encuestas para medir su popularidad, pero que se mantiene baja frente a otros aspirantes que decidieron iniciar o incrementar su presencia en la entidad, en un abierto proceso adelantado.

Sorprende que haya muchos interesados en gobernar Chiapas, en virtud de que la entidad hoy representa condiciones de vulnerabilidad y riesgos políticos por la situación tan conflictiva que tiene el Estado, en donde las redes de criminalidad se están imbricando con las protestas sociales, sobre todo en las comunidades indígenas, situación que conforma un cóctel de peligrosidad social, que la mayoría de los aspirantes no identifican, en aras de promover proyectos personales sobre el interés general, en el que se pierde de vista que es lo que más necesita en estos momentos Chiapas para cambiar los rumbos de pobreza, desigualdad social e injusticia, que se instauró estructuralmente.

La sucesión adelantada se percibe como un golpe de daños sociales incalculables, que no contempló el presidente López Obrador cuando instruyó a Zoé Robledo para que iniciaran su campaña en el Estado, en donde los problemas de gobernabilidad se entrelazan con la presencia de redes de macrocriminalidad, que se han venido apropiando de territorio, en donde el gran elector va a ser la delincuencia organizada como sucedió en las elecciones de las entidades del pacífico.