Violencia y delincuencia organizada en Chiapas

Editorial
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En Chiapas se vive hoy una fuerte presencia de la delincuencia organizada, que sobre la base de los hechos ha venido desplazando de cierto territorio al papel del Estado. San Cristóbal es un ejemplo de esta situación, en donde los grupos delincuenciales, en total impunidad, impusieron el terror y su dominio sobre la población, como sucedió el pasado martes, sin que el Estado haya tenido una reacción inmediata para resguardar la seguridad de los habitantes de la zona norte de la ciudad.

De acuerdo con la Constitución, la seguridad pública es una función de Estado, en el que participan los tres niveles de gobierno. Sin embargo, en San Cristóbal se ha dejado en el abandono al gobierno municipal, a quien se le carga la responsabilidad del incremento de la delincuencia, y en ese tesitura, se deja sin responsabilidad a los otros niveles de gobierno quienes hasta ahora han sido omisos en brindar la seguridad y combatir frontalmente a la delincuencia organizada; por eso es importante situar los ámbitos de responsabilidad, y en este caso le corresponde al Estado mexicano.

La crisis de seguridad que se vive en San Cristóbal, así como en otros puntos de la entidad, deja  manifiesto que las disputas del territorio se originaron en el actual gobierno estatal, quien no ha mostrado la estrategia adecuada y eficaz para evitar estos enfrentamientos y el crecimiento de los grupos delincuenciales en todo el territorio, particularmente en la Región de Los Altos, en donde los grupos criminales se encuentran imbricados con las protestas de los pueblos indígenas, lo que provoca una complejidad extrema, lo que complica la intervención estatal.

La presencia de la delincuencia organizada deja sin efecto la promesa de la cuarta transformación en la entidad; el legado político del gobierno de Rutilio Escandón es cada vez más claro: violencia y delincuencia organizada. Y junto a estos nuevos problemas, se mantienen los viejos, pobreza, falta de justicia, desigualdad social y problemas de gobernabilidad. Las cosas en Chiapas no pintan bien, y lo grave de todo es que no se observa que las cosas puedan cambiar, lo que significa que se van a acentuar los problemas de violencia y de enfrentamiento de los grupos criminales.

El gobernador Rutilio Escandón, al igual que los exgobernadores que lo antecedieron, no está cuidando su salida y no ha construido un legado político-social, que le permita mantener los vínculos con Chiapas cuando concluya su gestión como gobernante. Hasta ahora no se ha visto en el espejo de los otros exgobernadores que le permita identificar indicios del futuro que le espera, sobre todo, porque cada vez van ir en aumento los señalamientos que identifican al gobierno de Chiapas como parte de las redes de macrocriminalidad en el país.