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Tue, Apr
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La pérdida del control territorial en Chiapas

Editorial
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Ayer hubo dos sucesos que muestran la pérdida del Estado que existe en el territorio chiapaneco: uno, es la renuncia de regidores del ayuntamiento de Teopisca y la otra es la detención del presidente del Concejo municipal de Pantelhó. En ambas situaciones Chiapas pierde, porque en Teopisca se manda un mensaje equivocado de temor hacia la delincuencia organizada y la pérdida de confianza hacia un Estado que no es capaz de garantizar la seguridad a la población y en Pantelhó, el gobierno de Chiapas decidió declinar su facultad de gobernar ante las presiones de un grupo armado, que impone sus condiciones en ese municipio ante la complacencia de un Estado que cede ante las demandas de un grupo paramilitar.

Bajo esas circunstancias, en ambos municipios el gobierno de Chiapas dejó a la población a la deriva y sujeta a las decisiones de grupos delincuenciales, que impusieron el terror como forma de dominación y en donde la soberanía popular, que se materializa en el ejercicio del voto, quedó sin efecto, en virtud de que la delincuencia decide al margen de la población quiénes son las autoridades, con la complicidad de un gobierno que dejó de representar los intereses de la población y que termina pactando con grupos fácticos de poder.

En Chiapas el gobierno de Rutilio Escandón sufre una pérdida de legitimidad alarmante al ceder ante las presiones de grupos delincuenciales y pone en riesgo no solo la pérdida del control del territorio sino la seguridad nacional del país, debido a la posición geoestratégica de Chiapas, en la que cada vez más la delincuencia organizada sustituye el papel del Estado y se apropia de espacios de  control territorial, que le corresponden al Estado que decidió concertadamente ceder facultades ante la delincuencia organizada o grupos paramilitares que se encuentran al margen de la ley.

Las cosas no pueden estar peor ante la ausencia de gobierno y la pérdida de Estado en esos y otros municipios en Chiapas. Lo grave de esta situación  es que al gobierno de Rutilio Escandón le hacen falta para su conclusión 30 meses, que representan la destrucción de cualquier posibilidad de cambiar los rumbos de la historia de la entidad, en virtud de que el gobernador decidió dejar de ejercer el poder del Estado para garantizar seguridad y gobernabilidad democrática y por comodidad, indiferencia, irresponsabilidad o complicidad terminó cediendo ante los grupos fácticos de poder.

La gran paradoja es que el gobierno que prometió la transformación de Chiapas, es el que terminó socavando la esperanza y el futuro de la población chiapaneca.