Ayer fue un día de violencia en varios puntos de Chiapas. En el centro de Tuxtla se vivió un enfrentamiento entre estudiantes de la escuela normal de San Cristóbal de Las Casas con elementos de la policía; en Ocosingo hubo un enfrentamiento entre la policía y una organización en el que se presume de una mujer fallecida de quien se señala es la esposa de un líder detenido; en la caseta de Ocuilapa se dio un enfrentamiento entre dos organizaciones sociales, por el control del tianguis alrededor de la caseta de cobro de Ocuilapa, en el que hubo automóviles incendiados.
A esto se le agrega el clima de inseguridad en San Cristóbal de Las Casas ocasionada por el grupo delincuencial denominado “Los Motonetos”; en Teopisca hay una condición de alerta por la renuncia de los regidores como consecuencia del asesinato del presidente municipal; está el conflicto latente en Pantelhó, en donde fue detenido el presidente del Concejo Municipal por su presunta responsabilidad en la desaparición de 21 pobladores de ese municipio, que de resultar cierto, hay que fincar responsabilidades a todos los que participaron en su nombramiento como presidente de ese Concejo, por no haber realizado las investigaciones que establece la Constitución en los términos en que el Congreso Local debe de realizar una auscultación que permita definir a los mejores hombres y mujeres para integrar un Concejo municipal; en Oxchuc hay también conflictos por la designación de las autoridades por usos y costumbres; en Pueblo Nuevo se señala a la delincuencia organizada como los responsables de las ejecuciones extrajudiciales sucedidas recientemente en ese municipio.
Chiapas representa el rostro del caos. Y para males de esta situación, cada día hay una presencia mayor de la delincuencia organizada tomando el control del territorio. La realidad social de Chiapas no se puede tapar con un dedo ni se debe continuar con el discurso engañoso de un Chiapas seguro ni con el exceso de cinismo cuando las autoridades salen anunciando que hubo saldo blanco de los delitos de alto impacto en Chiapas.
En Chiapas hay una pérdida creciente de legitimidad del gobierno de Rutilio Escandón y esto ha permitido un mayor posicionamiento de los grupos de la delincuencia organizada que participan en el asesinato del presidente municipal de Teopisca y en la destitución del presidente del Concejo municipal de Pantelhó y que además son los que deciden quienes debe ser las autoridades municipales nombradas por el Congreso Local.
El gobierno de la indiferencia instrumentado por el gobernador Rutilio Escandón llegó a un punto de ruptura en el que no es posible mantener ese estado de cosas porque los intereses de la delincuencia organizada en la entidad van en aumento. En este sentido, el gobernador o se decide a gobernar y ejercer el poder institucional para establecer los límites a esta violencia generalizada o para bien de Chiapas, debe solicitar la separación del cargo.
La violencia generalizada
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