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El conflicto por el programa de carrera docente en la UNACH

Editorial
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La Secretaría de Hacienda, a través de la SEP, destina cada año un monto de recursos a las Universidades Públicas Estatales para financiar El Programa de Estímulos del Desempeño del Personal Docente. Esta bolsa de recursos son concursables entre las universidades y para tal efecto la SEP definió Lineamientos de Operación, en el que se determina el monto asignado –que para este año son 371 millones 871 mil pesos a repartirse entre 34 UPAES- y los indicadores que las universidades deben de cumplir para la distribución de esos recursos son: 1) Número de PTC  miembros del Sistema Nacional de Investigadores; 2) Número de PTC con Perfil Deseable; 3) Número de PTC en Cuerpos Académicos Consolidados o en Consolidación; 4) Número de publicaciones en revistas indizadas en SCOPUS; 5) Número de Programas Educativos reconocidos en el Programa Nacional de Posgrados; 6) Número de Programas Educativos de licenciatura reconocidos por su calidad académica; y 7) Número de matrícula inscrita en programas de licenciatura  reconocida por su calidad.

 

Este programa de estímulos tiene como principal propósito el de mejorar los indicadores de productividad y calidad en la universidades y tiene más de 19 años en operación y algunas de las 34 universidades que participan, lograron mejorar los indicadores de calidad que exigen los lineamientos del programa y hoy están en posibilidades de obtener beneficios económicos para financiar este programa de Carrera Docente en sus instituciones.

La UNACH, desafortunadamente está lejos de haber mejorado cada uno de los indicadores claves que se exigen, y no existe una política institucional que se aboque a realizar un trabajo de mejora en esos indicadores. Y durante más de una década la universidad permitió y fomentó prácticas que pervirtieron este programa de estímulos de la institución, en la que un número importantes de docentes recibían los niveles más altos del estímulo sin mejorar sus prácticas docentes y sin la preocupación y el compromiso institucional de mejorar los indicadores de calidad.

Hoy existen un grupo de maestros inconformes porque la universidad, sin consultar a los docentes, decidió en la convocatoria 2017 de Carrera Docente aplicar de manera parcial los Lineamientos de la SEP, lo que imposibilita a muchos de los maestros inconformes a recibir estos beneficios, que durante años, se convirtieron en ingresos adicionales a su salario.

La UNACH destina para la manutención de este programa una cantidad aproximada de  50 millones por año, y el monto de financiamiento que recibe de la SEP es inferior a los 10 millones de pesos, lo que hace prácticamente imposible financiar este programa, con los vicios desarrollados y peor aún sin ningún impacto de calidad o productividad académica.

En la universidad, los profesores tenían conocimiento de que la institución incumplía con los lineamientos de la SEP y además sabían, que en cualquier momento las reglas de operación del programa se establecerían en la UNACH, pero no hubo una preocupación personal ni institucional, de trabajar con los docentes para procurar el cumplimiento de los lineamientos nacionales.

La rectoría de la UNACH no es la única responsable del malestar generado entre los profesores universitarios por la aplicación de las nuevas reglas en la institución. Esto se debió de haber realizado años atrás y los docentes hubieran incrementado sus competencias académicas y hoy muchos estarían en condiciones de cumplir con las cualificaciones que exige la SEP.

En lo que sí las autoridades universitarias son los únicos responsables, es el de no haber valorado la magnitud del problema y el no haber impulsado una política institucional para que muchos de los maestros hoy inconformes, estuvieran en condiciones de calificar y con ello mejorar los indicadores de calidad, lo que podría permitir una obtención mayor de la bolsa de recursos destinados por la SEP.

El problema que vive la UNACH no es un asunto menor, y no se percibe que la rectoría pueda impulsar un programa emergente de mejora, que involucre a los profesores universitarios en el cumplimiento de los indicadores de calidad y productividad académica. Para muchos, es más fácil que la autoridad universitaria doble las manos y que todo continúe igual, dejando de lado, que las deficiencias del trabajo docente reproduce la mediocridad entre los estudiantes y algo peor, les roba el sueño de construir la mejora de la vida pública.