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Otra vez la violencia en Chiapas

Editorial
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No cesan los enfrentamientos armados en Chiapas. Ahora sucedió en Las Rosas en el que hubo un policía muerto, lo que demuestra la ausencia de orden que hay en la entidad. De igual manera esto es un ejemplo más de los desaciertos cometidos por el gobernador en los nombramientos realizados en la secretaría de seguridad y en la fiscalía de Estado, funcionarios que han sido señalados por estar más al servicio de la delincuencia organizada que de la protección de los bienes y de las personas en la entidad; situación que multiplica la inoperancia que hay en la garantía de proporcionar seguridad a la población.

Al respecto,en el pasado reciente fueron notorios los hechos en el que se involucraban a comandantes de la policía en la protección y tráfico de drogas. El caso más sonado fue el del Comandante Santos, brazo derecho del exfiscal y hoy diputado federal, Jorge Luis Llaven Abarca, quien tiene muchos señalamientos por sus acuerdos con la delincuencia organizada y que paradójicamente se convirtió en el hombre fuerte del gobernador, a punto tal que es considerado como posible sucesor y quien aparece todos los días en los medios de comunicación y en las redes sociales como un recalcitrante crítico del neoliberalismo y defensor del gobierno de la 4t, olvidando que éste fue funcionario en Chiapas desde el gobierno de Pablo Salazar y en el que pesa la denuncia de torturador y la acusación de haber participado en la tortura y asesinato de un detenido.

El gobierno ha sido reiterativo en vender la idea de un Chiapas seguro, con un bajo índice de delitos de alto impacto, sin ajustamientos y con una ausencia de enfrentamientos callejeros o en las plazas comerciales entre grupos de la delincuencia organizada. Este discurso aparece cada vez más insostenible en la actual administración de Rutilio Escandón, quien en el discurso prometió la transformación y en la realidad está convertido en la peor tragedia para la entidad.

La peor fatalidad en Chiapas, es la actitud de un gobierno que considera que los conflictos en la entidad siempre han existido y por lo tanto esta violencia no fue provocada por la administración actual, lo que provoca la indiferencia del gobernador, ante tantas conductas delictivas que se viven a diario, en el que se han acumulado ejecuciones extrajudiciales y enfrentamientos armados, que paradójicamente son responsabilidad del Estado por no tomar las medidas preventivas, máxime de que tienen los antecedentes de los conflictos que se están gestando por la inoperatividad del gobierno.

Está claro que al gobernador no le preocupa nada de lo que sucede en la entidad, y por lo tanto, no hay disposición ni capacidad política para tomar las decisiones necesarias para restablecer el orden sin violencia en todo el territorio. Situación que sólo se puede lograr a través del uso permanente de la política para construir acuerdos y tomar decisiones que construyan legitimidad y gobernabilidad. Dos aspectos ausentes en Chiapas en los últimos gobiernos, en el que prevaleció la frivolidad, la corrupción y la indiferencia, acciones que desafortunadamente continúan en el actual gobierno de Rutilio Escandón.