Defendamos al INE

Editorial
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Una característica del sistema político mexicano es la imperfección en las práctica de la democracia, en el que incluso se señala que hay una ausencia o falta de vida democrática. Un  hecho innegable es que las autoridades y la representación política en México son electas por el voto popular y que periódicamente en el país hay elecciones. Sin embargo, lo que se encuentra en duda es si en los ejercicios electorales el voto es libre. Y hay que señalar, que el voto de los grupos de población en mayor pobreza y vulnerabilidad, el voto no se ejerce en libertad sino coaccionado por los apoyos sociales y/o por la compra del sufrago.

La imperfección de la democracia condujo a partir del año de 1977 a una serie de reformas electorales con el fin de garantizar un órgano electoral confiable y seguro, que tiene entre sus principales logros el haber arrancado de las manos del Estado los procesos electorales y dejarlas en poder de un organismo autónomo y ciudadanizado. En todo este proceso de reformas electorales se construyó una democracia de procedimiento, pero no así una democracia de régimen, fortalecido en una cultura democrática. Dicho en otras palabras, México tiene una democracia de reglas y procedimientos pero no se han constituido valores y formas de vida en la democracia. Utilizando las palabras del Premio Nobel Amartya Sen, no hay que educar para la democracia sino educar en la democracia. Dos conceptos que tienen sentido y proyección diferenciados, que marca claramente las diferencias que significa una democracia de procedimiento con una democracia de régimen democrático.

¿Cuáles han sido las problemáticas para construir un régimen democrático? Primero, la ausencia de un proyecto del Estado de construcción de nuevas ciudadanías y el privilegio a las políticas de la dádiva, que expropia de ciudadanía a las personas; segundo, a una ausencia de cultura democrática, en donde las formas de reproducción social están condicionadas por una cultura del PRI, dominada por las prácticas de corrupción y de prácticas antidemocráticas; tercero, las instituciones políticas, llámese los partidos políticos, no promueven las prácticas democráticas ni respetan los valores de la democracia; cuarto, los partidos políticos y los candidatos de estos partidos, es los procesos electorales regularmente violan las reglas y valores de la democracia, con actos anticipados de campaña, por la compra del voto y por excederse de los topes de campaña, en el que prevalece la presunción de que existe en las campañas recursos provenientes de la delincuencia organizada; quinto, los procesos electorales están marcados por el discurso del fraude electoral, en donde los derrotados acuden a los tribunales electorales y la definición del ganador se da en las instancias electorales y no como resultado de elecciones limpias.

Hoy día el país se encuentra cada vez más fragmentado por el discurso del presidente López Obrador que quiere cambiar las reglas y valores de la democracia y pretende desaparecer a las instituciones garantes de la democracia de procedimiento como el INE, el Tribunal Electoral y los organismos electorales en los Estados, esto bajo el discurso y la presunción de que hay que erradicar los fraudes electorales y que el INE no garantiza elecciones limpias.

Este discurso del presidente es falso. Sobre todo, porque los fraudes electorales los organizan y promueven los partidos políticos y sus candidatos, sea del membrete que sea y de los colores que representa.

En México el principal problema de la democracia está en la ausencia de ciudadanos que vivan en la democracia y en la ausencia de partidos políticos realmente democráticos. Las prácticas antidemocráticas están enraizadas en el partido Morena y en la cultura del propio presidente de la república, como se observa en los distintos procesos electorales que se han realizado en los últimos cuatro años de gobierno, en donde Morena utiliza recursos públicos y los padrones de beneficiarios de los programas sociales para garantizar el voto de la miseria y del hambre. Pero el presidente se ha caracterizado por violar las reglas acordadas por todos los partidos en el Congreso de la Unión, que prohíben los actos anticipados de campaña, los anuncios publicitarios del gobierno en tiempos electorales, el uso de recursos públicos en las promociones y campañas, la prohibición de dineros sucios en las campañas y todo esto ha estado marcadamente presente en los distintos procesos electorales.

Las agresiones del INE significan el desmantelamiento del principal organismo promotor de las elecciones, que se busca sea sustituido por reglas de ocurrencia, absurdas y regresivas y bajo el control del Estado que es claramente violador de la vida democrática.