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Claudia Sheinbaun en Tuxtla

Editorial
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La visita a Chiapas de Claudia Sheinbaum, gobernadora de la Ciudad de México, tiene varias lecturas. El clásico acarreo de personas contó con el respaldo y financiamiento del gobierno, a punto tal, que para ese evento fueron movilizados miles de beneficiarios de los programas de Bienestar en la entidad. La aspirante a la presidencia de la república estuvo acompañada por los aspirantes a gobernador Zoé Robledo y Plácido Morales, quienes utilizando recursos públicos y descuidando las funciones que tienen encomendadas se placean en Chiapas en una actitud de impunidad al realizar actos anticipados de campaña. Sin embargo, en el evento del sábado ¿A quién se buscó  respaldar en ese acto, a la visitante o a los aspirantes a la gubernatura, que en su momento fueron empleados de Juan Sabines y colaboradores de Manuel Velasco? Resulta obvio que Chiapas tiene una importancia electoral porque ya se demostró que Chiapas proporciona más de un millón de votos,  necesarios para ganar la presidencia del país.

Entrar a detalle en el mensaje de Claudia Sheinbaum  carece en este momento de importancia, de  debido a que es muy complejo hablar de políticas exitosas en la Ciudad de México, sobre todo cuando el Partido Morena perdió las elecciones del año 2021 en esa Ciudad, y esa derrota prácticamente se ratificó en la marcha por la defensa de la autonomía del INE del 13 de noviembre, en donde la columna de manifestantes en el Paseo de la Reforma estaba compuesto prácticamente de capitalinos y en donde la visita representa un claro acto anticipado de campaña en doble sentido, pues se deja entrever la disputa por el poder, y que desde el centro del país se está diseñando sobre Chiapas un incierto camino de imposición de gobernador.

El desempeño del gobernador Rutilio Escandón no es de respeto a las prácticas democráticas sino que demuestra  su política de conveniencias, al apoyar a la corcholata favorita del presidente, aún y cuando sus intereses están puestos en la figura del secretario de gobernación, quien perdió sus posibilidades por ser un pusilánime secretario y no un concertador de la política nacional, a lo que estaba obligado al asumir su responsabilidad, del que se hace cada vez más evidente que no estaba preparado para ocupar ese cargo.

En Chiapas hay un desfiguro de la política, en el que se utiliza a la población indígena como si fueran personajes de un circo al que hay que exhibirlos, como se hizo con el secretario de gobernación, en su visita al Congreso del Estado cuando se votó a favor de la reforma que militariza en el país, y como quedó demostrado el pasado sábado en la visita de la gobernadora de la Ciudad de México, en el que se movilizaron a mujeres de las comunidades en un acto deplorable al utilizar las necesidades y el hambre de la población con fines políticos de quienes dicen no ser clasistas pero medran con la imagen de los más necesitados.