El show y la transformación verdadera

Editorial
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La acción política convierte a los individuos en personas deliberantes, capaces de elegir con responsabilidad y en libertad. La política, en este sentido, no acepta pasiva y ciegamente lo que ya está allí, lo que fue instituido, sino que lo vuelve a cuestionar. La política es una creación del mundo griego y es entendida como el cuestionamiento lúcido, explícito e ilimitado del orden establecido, que pone en tela de juicio a la ley, al mito de los Dioses  y el ejercicio del poder. Al momento de crearse la política, nace la libertad efectiva y con ello se vuelve ilimitada la fuente de cuestionamiento del estado de las cosas; en donde todo aquello que asegura la continuidad y la reproducción de la sociedad es puesto en duda, lo que permite la interrogación, de si la ley es justa, si los dioses son falsos o si el gobierno es malo.

La transformación de la sociedad entre los griegos, se debió al desarrollo de la filosofía, que permitió el florecimiento y la renovación del pensamiento y a la creación de la política, que permitió no sólo cuestionar a las instituciones sino transformarlas, aspectos que produjeron la construcción de una sociedad nueva y diferente; inédita hasta ese momento en el mundo antiguo.

Esta visión de la política, que fue capaz de construir un mundo nuevo -y que de la misma forma fue recreada en el período del renacimiento y su onda expansiva llegó hasta el siglo de las luces que dio forma al Estado moderno-, fue transformada radicalmente por los pragmáticos, que la convirtieron en show, en campañas publicitarias y en mediciones de la popularidad de los políticos.

La política ha sido pervertida y secuestrada por el pragmatismo, más interesada en ganar elecciones que en construir el bien común. Por el predominio del pragmatismo, en la sociedad actual no se promueve el cuestionamiento ni la reflexión ni la libertad en la deliberación del ciudadano, porque eso pone en riesgo la continuidad y la reproducción de la sociedad de individuos conformes, que viven, piensan y actúan dentro de ese conformismo.

Por ello los “políticos pragmáticos” –que en el sentido griego de la política no debiera de llamárseles como políticos-, convierten todo en Show. El Presidente López Obrador por ejemplo, todas las mañanas se presenta en su programa, en donde el ejercicio del gobierno lo convierte en un show, en el que inclusive asuntos de importancia los traslada a un mecanismo manipulado de consulta pública, en el que acuerda no construir el aeropuerto en Texcoco, que iba a ser el más importante de América Latina, construir el Tren Maya sin el consentimiento informado de los pueblos originarios, someter al linchamiento público a los expresidentes de la república, realizar informes públicos de los supuestos avances del gobierno y a convocar marchas de autoapoyo.

La política no es ni puede ser considerada como un show publicitario, pues considerada así, significa la expropiación de la facultad de cuestionar, que sólo los humanos tenemos y porque con ello se produce un cierre o clausura de la posibilidad de transformar a la sociedad y sus instituciones, que paradójicamente solo se puede realizar a través de la actividad deliberadora de la  política.

En las condiciones actuales en México se vive una expropiación de la actividad política, en donde las decisiones políticas están en manos de un círculo cada vez más pequeño, que son los que deciden el rumbo del país. Esta expropiación de la política implica a la vez una expropiación de la vida democrática, aún y cuando haya ejercicios de consulta, en virtud de que todo lo que somete a consulta ha sido definido por ese pequeño círculo de personas quienes toman decisiones a nombre de las mayorías que se encuentran silenciadas. Por eso, para que haya una transformación de México se requiere de una mayor actividad de la política, entendida como el cuestionamiento lúcido, explícito e ilimitado del orden establecido, y obviamente de más vida democrática.