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Wed, Apr
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Los riesgos de la continuidad o la ruptura

Editorial
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La sucesión presidencial está adelantada. El propio presidente destapó a sus corcholatas y las lanzó a la contienda electoral en claros actos adelantados de campaña, situación que es violatoria a la ley, en donde el presidente, como en el viejo régimen se convierte en el Gran Tlatoani quien es el que decide el que va a ser su sucesor, lo que evidencia que la transformación que pregona es puro discurso.

Sin embargo, entre las cosas que cambiaron del régimen político del PRI está la ausencia de disciplina, lo que significa que se puede retar y/o contradecir las decisiones y formas del presidente, lo que poner en riesgo la continuidad y abre la posibilidad a la ruptura. En este juego se encuentra actualmente el presidente con la postura del senador Ricardo Monreal, que sin ser invitado a la fiesta de las corcholatas decidió mostrar sus intenciones y jugar en la búsqueda de la sucesión, lo que lo convierte en la piedra en el zapato.

La disyuntiva de la sucesión se encuentra en el punto de cómo garantizar la continuidad sin la ruptura; un escenario no contemplado por el presidente quien decidió discriminar y excluir políticamente al senador Ricardo Monreal, al afirmar que los candidatos que se asumieron como corcholatas -Sheinbaum, Adán Augusto y Marcelo Ebrard-, son sus hermanos y el senador se encuentra fuera de la familia. El presidente al discriminar incurre en un delito, pero no solo eso, arroja a Monreal a la jauría de seguidores para que lo descalifiquen y lo destruyan.

En el juego del presidente para la sucesión ya no hay equidad. Hay un aspirante incómodo, que le rompe el esquema del juego y al que hay que eliminar. En este escenario es imposible la continuidad sin la ruptura, sobre todo, porque el presidente inclinó la balanza a favor de Claudia Sheinbaum, con lo que las posibilidades de Marcelo Ebrard, el político más completo entre las tres corcholatas del presidente, están disminuidas y solo tiene jugada como el candidato de la oposición, lo que lo sitúa en las misma condición de Ricardo Monreal.

Lo que no se puede perder de vista es que tanto Ricardo Monreal como Marcelo Ebrard, vivieron en carne propia ser opositores del presidente, dentro del régimen del PRI y ya saben lo que es retar a un presidente. Ambos salieron del PRI y buscaron construir  la ruptura para impedir la continuidad del régimen priista; lo que representan un riesgo mayor dentro de un gobierno que carece de disciplina partidaria.

El juego adelantado de la sucesión presidencial es el reto mayor presidente López Obrador, quien retornó a las viejas prácticas del PRI, en donde el presidente de la república es el gran elector y en donde se descuidan las prácticas democráticas.