El problema de la democracia en México

Editorial
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México históricamente ha vivido gobiernos autoritarios. Así fue desde el inicio del gobierno del México independiente, con el surgimiento del imperio de Agustín de Iturbide, luego con un proceso de inestabilidad por guerras internas y con las guerras con tres países extranjeros: con España, con Francia y Estados Unidos, con este último se produjo la pérdida de la mitad del territorio del país. Posteriormente fueron 15 años de la dictadura de Juárez y 30 de la Dictadura de Porfirio Díaz. En esta etapa la preocupación de los grupos políticos fue la construcción de la nación y no la construcción del ciudadano como se vivió en Europa y los Estados Unidos, en donde la democracia surge de la mano con el Estado moderno.

Este proceso es lo que explica la ausencia de vida democrática y el surgimiento de gobiernos autoritarios en México. Esta situación no cambió en el Siglo XX, sobre todo, porque después de la Revolución mexicana se constituyó el más largo período de gobiernos autoritarios: la dictadura institucional del PRI, que por obvias razones careció del interés por construir una nueva ciudadanía en México, que de manera reflexiva y lúcida pudiera impulsar procesos democráticos, y en los casos en que desde la educación, primero con Cárdenas, luego con López Mateos y por último con Salinas de Gortari, se buscó impulsar la construcción del ciudadano, esto se realizó desde una perspectiva que despolitizaba al ciudadano, lo que resultó una incongruencia, en virtud de que la calidad del ciudadano se construye desde su capacidad para tomar decisiones políticas.

El profundo déficit histórico de ciudadanía en México produce dos problemas: una baja calidad de vida democrática y una pobre cultura política, en donde los electores son fácil presa de los proyectos demagógicos, de la manipulación gubernamental y de la compra del voto a través de los programas sociales.

El surgimiento del Estado moderno y la transformación del mundo oscurantista medieval a la modernidad, se dio con el surgimiento del ciudadano y la democracia. En este sentido, México ha vivido una modernidad interrumpida, porque la democracia ha sido un proyecto que no se ha terminado de constituir y fortalecer. Lo que significa que en los distintos procesos histórico-sociales del país, como es la Independencia, la Reforma y la Revolución, no confluyó en un proyecto de vida democrática ni se dio el proceso de formación del ciudadano.

El actual gobierno se constituyó sobre la idea de la cuarta transformación del país, aspecto que solo se puede mencionar en el discurso, debido a que la realidad es muy distinta, sobre todo porque los tres procesos previos fueron interrumpidos por la ausencia de un proyecto democrático. Paradójicamente, en esta cuarta transformación, también está ausente el proyecto de democracia, que deviene en una tiranía de la mayoría ocasionada por una ausencia en la división de poderes, y que reproduce el régimen priista en la concentración del poder y en el debilitamiento del federalismo, al subordinar al Congreso y a los gobernadores.

De igual manera, hay una ausencia de proyecto en la construcción de nuevas ciudadanías, lo que convierte a la democracia en México en un proyecto inacabado o en un modelo atípico de una democracia sin ciudadanos y por consiguiente de una democracia sin demócratas.