El Rector de la UNACH debe renunciar

Editorial
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En la historia de la Universidad Autónoma de Chiapas, las gestiones de la rectoría con mayor cuestionamiento, deslegitimación y descrédito, han sido aquellas en las que los rectores fueron reelectos, a punto tal, que en dos casos la universidad entró en conflicto y paralización de actividades, en que el Rector tuvo que renunciar y en un tercer caso, el gobernador de la entidad, en ese momento Patrocinio González Garrido, le dio una salida digna al Rector y lo hizo diputado federal. La cuarta reelección de un Rector es la que vive actualmente la Universidad, con Carlos Faustino Natarén Nandayapa, quien al igual que sus antecesores tiene un descrédito por su falta de comprobación de grados académicos, con validez oficial de estudios, y que lo convierte en una autoridad ilegal e ilegítima para continuar desempeñando el papel de Rector en la Universidad.

En su currículum el Rector manifiesta haber realizado estudios de maestría en la UNAM, algo que ahora se sabe no es cierto, sólo se inscribió dos semestres; uno lo aprobó y en el otro ya no se presentó para continuar sus estudios. Pese a ello, en la página de transparencia de la misma UNACH, se señala que Natarén Nandayapa tiene como grado máximo comprobable la Maestría en Derecho Constitucional, algo que tampoco es cierto o que por lo menos, el Rector no ha podido demostrar.

En su currículum manifiesta haber obtenido el grado de doctor en la Universidad Complutense de Madrid, un doctorado de tercer ciclo, que en México, en realidad, equivale a una maestría. Sin embargo los estudios en el extranjero, tal y como lo indica el artículo 42 de la Ley General de Educación, para que tenga validez oficial de estudio debe de estar revalidado, documento de revalidación, que a la fecha no ha sido exhibido para demostrar la validez de sus estudios.

Bajo estas circunstancias, el Rector no cumple con las disposiciones de la Ley Orgánica, que textualmente señala como requisito para ser Rector: Tener, preferentemente, grado de maestría o doctorado otorgado por institución de educación superior que tenga reconocimiento por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. La redacción de este artículo es deficiente, al incorporar entre comas la palabra preferentemente, pero esto lo que significa es que los grados de maestría o de doctorado hayan sido obtenidos en un programa académico con reconocimiento CONACYT. Con esto se configura la pretensión perversa de dejar fuera de la posibilidad de ocupar la rectoría a todos aquellos académicos que obtuvieron sus posgrados en programas académicos que no están reconocidos por el CONACYT.

Sin embargo, dadas las circunstancias actuales, el Rector de la UNACH no cumple con estas disposiciones legales y su nombramiento ha sido producto de un fraude, que debe de ser sancionado.

En la primera gestión del Rector, se creó un clima de persecución y de terror en la Universidad, en el que docentes, hombres y mujeres, fueron despedidos a través de la fabricación de delitos, acusados varios de ellos por plagio académico y varios más, por estar cobrando una categoría de docente sin tener los grados de estudio. Estas causas que motivaron los despidos, renuncias y jubilaciones forzadas, son menores a la usurpación de grados académicos y fraude genérico cometido por el Rector; quien paradójicamente también ha cobrado un salario con una categoría de docente, que no corresponde a sus grados de estudio.

La Junta de Gobierno, quien hasta ahora ha guardado un silencio cómplice, es partícipe del presunto fraude académico, pero además, como todos sus integrantes forman parte de la comunidad universitaria, se encuentran bajo el delito de falta de probidad, al validar un nombramiento fuera de la norma, falta grave, que de acuerdo a la relación laboral de la universidad amerita la rescisión laboral.