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Fri, Apr
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Se pervirtieron las candidaturas

Editorial
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El gobierno abandonó sus principales obligaciones, que es la de garantizar la seguridad de las personas y de sus bienes, la aplicación de la ley y el mejoramiento de las condiciones mínimas de gobernabilidad, y todo estas preocupaciones fueron abandonadas por  el interés de ganar las elecciones del año 2024, que se elige de manera simultánea la presidencia de la república y la gubernatura del Estado, en donde  desde el palacio de gobierno se apuesta por la candidatura del secretario de gobernación Adán Augusto López y se promueve a tres secretarios de la administración –Ángel Torres, Javier Jiménez y Pepe Cruz-, a la gubernatura de Chiapas.

En este clima de campañas adelantadas, tolerado por el IEPC, hay once candidatos en campaña, los tres delfines del gobernador; los dos con más posibilidades, Eduardo Ramírez y Zoé Robledo; la única mujer en la contienda, Sasil de León, quien espera que Morena se defina por una candidatura de género; los funcionarios federales, Aguilar Castillejos y Plácido Morales; y los candidatos relleno, Ismael Brito,  Luis Armando Melgar y el facineroso de Jorge Luis Llaven, todos ellos organizando eventos, pintando bardas, algunos con espectaculares que evidencia un gasto millonario, en el que no se investiga la procedencia de esos recursos.

La existencia de once candidatos es una evidencia de cómo se abarató  el gobierno de Chiapas. Y más cuando la gran mayoría se prenden de la popularidad del presidente de la república y presumen ser los más obradoristas de la entidad, como si por arte de magia la popularidad del presidente los unge como el elegido y no el trabajo, la popularidad y la trayectoria política. Estas once candidaturas muestra la perversión de la política local, que sigue pensando igual que el antiguo régimen, que creía que si el PRI lanzaba como candidato a una vaca la vaca ganaba, dejando con esto de lado los grandes problemas que Chiapas tiene, principalmente por el abandono del gobierno ocasionado en los tres últimos gobernadores de la entidad, el incremento de la inseguridad y la apropiación de territorio que la delincuencia organizada ha emprendido en la entidad.

Chiapas representa el rostro del caos, y sobre esta situación, se alimenta gravemente la disputa y una mayor división de Chiapas, en el que se hace evidente que Rutilio Escandón, quien no ha podido y menos sabido ser gobernador, impulsa candidaturas sin posibilidades de triunfo, con la intención de debilitar a los candidatos con más posibilidades y con eso lo único que logra es debilitar aún más su frágil administración, que padece muchos déficit, pero el más delicado es la falta de gobierno.    

Chiapas se encuentra al borde del precipicio y Rutilio Escandón en lugar de cuidar la sucesión y con ello preparar adecuadamente su retiro, se encuentra en la vorágine política, encabezando campañas y proyectos políticos, con si tuviera la legitimidad para hacerlo, y con ello se convierte en un rival político y no en el árbitro neutral que debiera de cuidar un proceso transparente, legal y de consenso.