El día de mañana va a estar Xóchitl Gálvez en San Cristóbal de Las Casas y en Tuxtla Gutiérrez. Esta visita la realiza, prácticamente, en su calidad de Coordinadora Nacional del Frente Amplio, después de que se cancelara la última fase del proceso interno, que era la consulta a las personas registradas en la plataforma, que para ese efecto fue diseñada, y que se canceló a partir de que el PRI decidió retirar su apoyo a quien representaba a este partido en la contienda, con el fin de evitar la infiltración del gobierno en ese proceso.
Con la definición de la candidatura a la presidencia de la república del Frente Amplio, se construyen nuevos escenarios políticos, que en un ambiente de polaridad, se abre la posibilidad de una competencia electoral para el 2024, en circunstancias en que la oposición partidaria en el país era inexistente y estaba condenada a la desaparición. Esta situación se modificó en los últimos tres meses, en la que Xochitl Gálvez, quien había manifestado su intención para contender por el gobierno de la Ciudad de México, por un error del presidente López Obrador, de la nada adquirió una relevancia nacional y ahora es ahora se encuentra instalada como la candidata presidencial del Frente Amplio por México.
Lo que está sucediendo en el país es un escenario inédito, que confunde a varios analistas políticos, en virtud de que la realidad nos muestra unos partidos políticos vacíos de plataforma política, prácticamente inexistentes y derrotados políticamente, lo que genera la confusión y la afirmación de que no existe una oposición en México: Pero en realidad, la oposición en el país no está en los partidos sino en la sociedad, y particularmente en amplios sectores de las clases medias que en las elecciones del 2018 votaron por López Obrador y que ahora están desilusionados, situación que ha provocado un malestar social, con la capacidad para formar un movimiento opositor, marcadamente ciudadano, que utilizó la estructura de los partidos para definir una candidatura.
En apariencia, los partidos políticos han cobijado la candidatura de Xóchitl Gálvez, esta es una lectura equivocada, que reproduce los viejos esquemas del viejo sistema partidista en el país, que estaba erosionado, y donde el malestar ciudadano vino a revitalizar la política y con ello reactivó a los partidos, que se encuentran rebasados por una importante participación ciudadana, que a simplemente no se ve, pero que hace sentir un importante peso político.
El Frente Amplio por México tiene visible a tres partidos políticos –PAN, PRI y PRD-, pero no tiene visible las más de 500 organizaciones sociales que participan tanto en el Frente Cívico nacional como en el Frente Amplio por México, que le dan sustancia y han definido el rumbo político de la contienda electoral en el 2024,y que abre la posibilidad para que más organizaciones ciudadanas puedan aglutinarse en el Frente Amplio, quienes deben abrir espacios para que ciudadanos participen como candidatos en la elección de los 300 distritos uninominales y en los 200 de representación proporcional, que conforman la Cámara de Diputados, así como en la elección de los 64 senadores de la república.
Este escenario del Frente Amplio está reproduciendo un escenario similar al que se vivió en 1988, con el Frente Democrático Nacional, en el que hubo una amplia irrupción ciudadana en torno de la candidatura del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, que fracturó al sistema político mexicano y abrió la posibilidad para la constitución de gobiernos de alternancia.
La irrupción política de Xóchitl Gálvez y el Frente Amplio
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