Con los niveles de pobreza y de desigualdad social, Chiapas representa una sociedad en donde el gobierno tiene mucho por hacer y el gobernador puede presumir un importante legado político-social. Sin embargo, Chiapas sigue en el abandono, con el riesgo de vivir de manera consecutiva dieciocho años de gobiernos desafortunados, que hacen prácticamente irreversible la solución de los problemas ancestrales, a los que se les han añadido nuevos problemas, como el de la delincuencia organizada o el de los migrantes, que hacen de la entidad un territorio altamente conflictivo y de alto riesgo para la inversión.
Frente a los graves problemas sociales de la entidad se observa a un gobernador que se distrae en eventos políticos ajenos a la entidad. Vimos cómo participó en el apoyo y organización de eventos de campaña de su cuñado, en donde involucró a empresarios y presidentes municipales, en una aventura que finalmente resultó un fracaso en la misma entidad, en donde Manuel Velasco obtuvo mejores resultados que Adán Augusto López, situación que evidencia el abandono político de Rutilio Escandón, que ha incumplido las promesas de campaña de un gobierno que prometió la transformación y está convertido en la continuidad de los malos gobiernos que ha tenido la entidad.
A cinco años de gobierno, Rutilio Escandón debiera de pensar y preocuparse en cuál va a ser su legado y en cuidar a detalle su salida, en situaciones que muestran cómo en distintos momentos se considera como deseable que haya un gobierno de interinato, que cada vez se ve más lejano, pero que debido a la inacción política ante el número de ejecuciones extrajudiciales en la entidad y enfrentamientos entre los grupos de la delincuencia organizada como ha sucedido en diferentes fines de semana en la región de Frontera Comalapa, en San Cristóbal, en Pantelhó y en el corredor de Berriozábal-Ocozocuautla-Jiquipilas, sin que se observe la posibilidad del establecimiento del orden y la fuerza del Estado, en donde se vive en la entidad una guerra en el que nafie está a salvo.
De los últimos gobernantes de la entidad, Roberto Albores Guillén y Pablo Salazar Mendiguchía pueden presumir de un legado político, pero no así Juan Sabines Guerrero ni Manuel Velasco Coello, a quienes se les recuerda como responsables de la corrupción y el saqueo de Chiapas. En esta tesitura, Rutilio Escandón debe analizar cómo quiere que se le recuerde en Chiapas, sobre todo, porque su desempeño como gobernante, hasta este momento, no ha sido lo efectivo que él presupone o que le hacen creer sus colaboradores cercanos y en donde los actos de corrupción son superiores a la de los gobiernos anteriores.
En Chiapas hay mucho por hacer, pero los últimos gobernantes han perdido el tiempo en frivolidades y en construir un Chiapas de ficción que camina en sentido contrario a la realidad. Juan Sabines por ejemplo, creía que había vencido a la pobreza del Estado y presumía el biodiesel como energía alternativa y se atrevió a construir la ilusión de las ciudades rurales. A Manuel Velasco le faltó madurez política para cambiar el rumbo del desastre social ocasionado por el gobierno que le precedió y le ganó la frivolidad y la indiferencia; pero esta indiferencia ha sido superada por mucho por Rutilio Escandón, quien no toma decisiones para no conflictuarse y que convirtió a su gobierno en un claro ejemplo de la filosofía de dejar hacer y dejar pasar, nada más que los malos resultados de gobierno ya no se pueden ocultar, en virtud de que Manuel Velasco en solo 70 días le ganó una contienda política trascendental, en donde se utilizaron recursos públicos para favorecer al exsecretario de gobernación y juntos, Rutilio Escandón y Adán Augusto López, no pudieron superar la popularidad de Velasco Coello, a quien desde las oficinas de gobierno se le emprendió una campaña de desprestigio, situándolo como el peor gobernador de la historia de Chiapas, pero en los hechos, queda demostrado que por mucho, este gobierno supera en malos resultados a los anteriores.
El peor gobierno de Chiapas
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