En el proceso electoral del 2024 se corre el riesgo de que la sociedad mexicana termine dividida y confrontada y que con gran dificultad se pueda llegar a constituir un gobierno, sobre todo, porque el movimiento opositor, en el caso que pierda la presidencia, busca impedir que se constituya una mayoría en el Congreso y con ello, obligar a la negociación para el establecimiento de acuerdos, algo que se ha visto, resulta complicado para la dirigencia de Morena, particularmente el ala obradorista, que no sabe negociar y que es propensa a las prácticas autoritarias.
A partir del huracán Otis, que destruyó la ciudad de Acapulco, se observa que el gobierno de López Obrador no sabe actuar en condiciones de crisis, y peor aún, se le complica tomar decisiones rápidas en el manejo presupuestario, sobre todo, por la recalcitrante visión que prevalece sobre la austeridad y por la desconfianza que existe a que la liberación de los recursos vaya acompañada con la corrupción, corrupción que se niega a reconocer que existe en su gobierno, particularmente entre las fuerzas militares y los servidores de la nación, dos sectores que el presidente utiliza para legitimar sus decisiones políticas.
El manejo inadecuado del desastre de Acapulco, en el que se actuó tarde y en el que se depositó en manos del ejército y la marina la recuperación del orden y la distribución de la ayuda a los damnificados, ha ocasionado la exclusión de la participación social, algo que ha resultado vital para la recuperación en momentos de crisis ocasionada por desastres naturales. El ejemplo más claro de esto se vivió en el terremoto de 1985 en la Ciudad de México, en el que la participación de la población desbordó al Estado, y asumió un papel relevante en el rescate de personas y en la participación de la recuperación de la ciudad. No por algo, tres años después, en las elecciones de 1988, el PRI perdió las elecciones en la capital del país y no la pudo recuperar.
Esta crisis, ocasionada por el huracán, muestra a un presidente iracundo, que descalifica rápidamente toda acción contraria a lo que él promueve y que lo conduce a la confrontación con la población damnificada, que perdió su patrimonio o gran parte de él, y que reclama una ayuda más rápida, frente al pichicateo de la asignación de recursos que hay por parte del gobierno, en el que no se estableció en la Cámara de diputados, un fondo de ayuda y recuperación de Acapulco. Esto ocasionó que el presidente perdiera 15 puntos de popularidad en Guerrero, que es donde, junto con Chiapas, más aceptación existe del presidente.
El riesgo político que se corre en este momento, es que las muestras que hay, de que no se sabe actuar en condición de crisis, golpee directamente al proceso electoral, y afecte a la candidatura presidencial de Claudia Sheinbaum, que no se ha podido desligar del presidente, que le otorga popularidad pero al mismo tiempo la carga de negativos, que afectan directamente a su imagen, a punto tal, que no se le ve independencia y se le cuestiona que es una figura adecuada para instaurar el maximato, algo que no existe en el país y que obviamente es imposible que esto se constituya, pero este discurso golpea directamente su candidatura y actualmente no se conoce cuánto le llegue a afectar.
La crisis ocasionada por el huracán Otis
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