En Chiapas se observa un incremento de la presencia de la delincuencia organizada, que controla cada vez mayor territorio, y un decremento de la presencia del gobierno, a tal punto que éste desapareció en los territorios que se encuentran bajo control de los cárteles, situación que genera graves complicaciones para la realización del proceso electoral del próximo año, en donde hay votaciones concurrentes para presidente de la república, senadores, diputados federales, gobernador(a) del Estado, diputados locales y presidencias municipales.
En Chiapas, el partido Morena hace cálculos de ganar el carro completo, como sucedía en el pasado régimen del PRI. Pero esos cálculos omiten la realidad social que hay en Chiapas, en donde se desgranó el gobierno y ahora no hay autoridad institucional, que está sustituida por capos o cabeza de grupos, y entonces se puede presentar condiciones políticas determinadas por la situación de guerra que hay entre cárteles, que complique la instalación de casillas o que éstas se anulen por presentar diversas irregularidades; lo que significa, que no haya elecciones en algunos puntos de la entidad o que las misma se anulen.
Bajo cualquier circunstancia, se corre el riesgo que el granero de votos que Chiapas aporta históricamente a la elección presidencial –en el que se espera una aportación entre un millón y medio y un millón ochocientos mil votos-, no se cumpla, debido a dos circunstancias: el incremento de la violencia acompañada por la inoperancia del gobierno y una mala decisión en la designación de la candidatura, al gobierno de Chiapas, en el que se envíe un mensaje de debilidad en el próximo gobierno o de plano una evidente incompetencia para construir gobierno y más en las condiciones de violencia que prevalecen hoy en la entidad.
En Chiapas, se ha señalado en diversas ocasiones, no hay gobierno; quien cobra como gobernador se ha dedicado más a actividades frívolas y mantiene una indiferencia hacia los problemas de la entidad, por eso la violencia y el crecimiento de la delincuencia organizada, en donde los dos cárteles que están en disputa, tienen en estos momentos la coyuntura de las elecciones para posicionarse y definir de una vez por todas el control hegemónico del territorio. Esto implica un incremento de la violencia y de enfrentamientos en las próximas semanas, en el que nadie puede estar a salvo y en el que estarán construyendo las nuevas relaciones entre el próximo gobierno de Chiapas y la narcoviolencia.
En estas circunstancias, determinar la gubernatura por la paridad de género o por las cuotas de poder a partidos o a personajes políticos, léase grupo Tabasco, pone en riesgo no solo las elecciones sino el futuro de la población en el Estado, que arrastra 18 años de mal gobierno, de saqueos, derroches, frivolidades y pérdida de gobernanza en la entidad, que ha convertido a Chiapas en un polvorín.
En riesgo las elecciones en Chiapas
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