En el establecimiento de la dictadura de Porfirio Díaz se instauró la prohibición a la libertad de expresión y con el régimen político surgido en la Revolución Mexicana esta prohibición se acentuó y hoy día México vive una profunda crisis en el derecho a la libre manifestación de las ideas.
Esta ausencia de libertad de expresión ha dañado y dificultado el lento proceso de construcción de la vida democrática en el país. Debido sobre todo, a que esta libertad no es materia exclusiva de los periodistas sino que representa un derecho fundamental de toda la población, y que está ligado indisolublemente a los derechos políticos consagrados por la constitución.
La profunda crisis de libertad de expresión oculta el cuestionamiento al gobierno, a los políticos y a los poderes instituidos e impide que se de abiertamente un debate público sobre la solución de los problemas que más afectan a la población.
La ausencia de libertad de expresión vuelve sumisa a la población y reproduce prácticas de entreguismo y sometimiento a los poderes públicos y fortalece la impunidad institucional. Pero al mismo tiempo cancela otros derechos, como el derecho al acceso a la justicia, al derecho a la opinión, a disentir, a criticar, a protestar, a manifestarse públicamente, a concentrarse en la calle, a promover la libre organización de las personas, al derecho al acceso a la información, al derecho de emitir libremente el voto y al derecho de exigir el juicio político a los gobernantes, que violentan derechos humanos y que establecen prácticas de corrupción y desvío de los recursos públicos. De allí que la libertad de expresión sea un fundamento a los derechos políticos de las personas al mismo tiempo que significa un ejercicio permanentemente de contrapeso a los gobernantes y los abusos de poder.
Lamentablemente, el país ha perdido políticamente demasiado con la prohibición de la libertad de expresión. Y lo grave es que estas prácticas prohibitivas se reproducen a diario, que se volvieron prácticas cotidianas, que inclusive dejamos de percibir las formas como se están violando nuestros derechos humanos.
Un ejemplo de esto se vivió el día de ayer, cuando un grupo de maestros acudieron a interrumpir un acto político encabezado por el exgobernador de Oaxaca Ulises Ruíz, de quien no se duda, que tenga muchos momios negativos, pero eso no justifica la acción autoritaria de interrumpir y boicotear un acto, lo que evidencia la pobre práctica de cultura democrática dentro del movimiento magisterial, quienes sin darse cuenta cometieron una violación a la libertad de expresión de un grupo de priistas reunidos en un hotel de Tuxtla Gutiérrez.
Esta acción que criminaliza reuniones políticas, son muestras claras del predominio de ideas intolerantes tipo Pool Pot, el dictador de Camboya o del grupo Sendero Luminoso, de Perú, en el que desafortunadamente los maestros y jóvenes normalistas se inspiran para justificar su barbarie política.
Pero junto a esta situación, hay otro hecho más cuestionable todavía, que pinta de cuerpo entero el espíritu de censura que priva en el gobierno chiapaneco. El exgobernador de Oaxaca, Ulises Ruíz, le otorga una entrevista exclusiva al periodista Vinicio Portela, que circula masivamente a través del whatsapp, pero que en Facebook fue censurada por el gobierno, en donde vía ICOSO se hacieron llamadas para solicitar a gente de la prensa no compartieran el video e impedir que se viralizara, en el que abiertamente Ulises Ruíz se pronuncia en contra de la inexplicable impunidad que hay sobre Juan Sabines, de quien afirma debiera de estar en la cárcel en lugar de representar al Estado mexicano en Orlando Florida. Este comentario del exgobernador oaxaqueño hirió susceptibilidades en el gobierno chiapaneco, porque sin duda hay responsables directos de esta impunidad y ese habita en la Casa de Gobierno.
Sin duda el magisterio tiene una lucha legítima y que cuenta con un gran respaldo de la sociedad, pero no deja de llamar la atención, la presencia de un grupo de maestros en el boicot del evento priista y más noche hubo un silencio cómplice del movimiento magisterial, que brilló con su ausencia en la inauguración parcial de la macroplaza, que hiciera ayer el gobernador del Estado, Manuel Velasco Coello, cuya obra representa en el sentir de muchos chiapanecos, el monumento a la corrupción del actual gobierno.
