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La pobre calidad educativa en las universidades privadas

Editorial
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El crecimiento del número de universidades privadas en la entidad resulta preocupante, en virtud de que la característica de todas ellas es su bajo nivel educativo. Los propietarios de esos negocios solo mercan con las expectativas y los sueños de la población, que realizan esfuerzos económicos para continuar sus estudios, pero que no logran insertarse en un mercado de trabajo, y cuando lo consiguen, los salarios son tan bajos, que no corresponden al nivel del ingreso que deben tener los profesionistas.

 

La secretaría de educación no ha implementado para las universidades privadas ningún tipo de regulación o control institucional, situación que ha generado el funcionamiento de alguna de ellas en cuartos y accesorias, con malas condiciones físicas que no permiten realizar o impulsar un trabajo académico.

Pero también hay universidades que funcionan en instalaciones adecuadas, pero que no mantienen como la preocupación central los aprendizajes de los estudiantes y por lo tanto no hay eficacia en los resultados, de allí que estas instituciones sólo estén fabricando desempleados o subempleados.

La educación privada se ha convertido en un magnífico negocio para algunos empresarios. Entre ellos se ha dado una competencia para reducir los costos, otorgar becas y descuentos, facilitar la titulación y la de reducir los tiempos para concluir los estudios, pero no en la calidad educativa. Algunas de estas instituciones imparten doctorados,  sin contar con el personal docente adecuado, lo que ha generado cada vez más un número de profesionistas con el grado de doctor, pero sin los conocimientos ni las competencias requeridas para ostentar ese grado.

En lo general, las instituciones privadas que funcionan en la entidad, no tienen personal docente de tiempo completo, hay una sobrecarga de horas de trabajo frente a grupo, no hay investigación, los posgrados que se imparten en esas escuelas son dudosos en su calidad y no tienen ninguna posibilidad de formar parte del Programa Nacional de Posgrados, del CONACyT, lo que significa prácticamente un engaño, pues la consecución de esos tipos de posgrado sólo te credencializa, pero difícilmente te proporciona los conocimientos para desarrollar investigación, en donde una función trascendental  es desarrollar la generación de nuevos conocimientos y en Chiapas hay un déficit en investigación, lo que se traduce en una pobre generación de conocimientos en la entidad.

Es necesario que en el corto plazo, se pueda realizar una evaluación sobre el funcionamiento de las universidades privadas, pues el fraude genérico que se está cometiendo en contra de la población, pone en crisis la formación de profesionistas en estas instituciones, en la que son cuestionables las competencias académicas que desarrollan.

En ninguna institución de educación superior privada en Chiapas se tiene la preocupación de la construcción de saberes y éstas solo representan un importante negocio para sus dueños. Bajo esas circunstancias los egresados de esas instituciones representan pocas posibilidades para incidir en la construcción de un Chiapas mejor.