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Legitimidad y gobernabilidad en el 2018

Editorial
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El escenario político actual en México y especialmente en Chiapas, no puede ser más devastador. Sobre todo porque ni el presidenta Peña Nieto ni el gobernador Velasco Coello, se imaginaron iniciar el quinto año de gobierno con los bajos niveles de aceptación que tienen: uno tiene menos del 20% y el otro un 11%, y ambos corren el riesgo de disminuir sus porcentajes conforme se acerque el final del gobierno.

 

Bajo estas circunstancias de pérdida de legitimidad, se percibe un intervencionismo limitado e inclusive poco determinante de la presidencia, para influir sobre los resultados en el proceso electoral del 2018.

Por primera ocasión, en el régimen político surgido de la Revolución Mexicana, se presenta un agotamiento de la figura presidencial, dos años antes de que finalice el sexenio de su mandato. Esto crea un escenario de incertidumbre, pues el país se caracteriza por un sólido régimen presidencialista, que está a punto de sufrir una eclosión social, por el agotamiento de la figura presidencial, que se viene viviendo, en donde se prevé como resultado una nueva derrota del PRI en las próximas elecciones presidenciales.

La tradición política mexicana señala que el presidente juega un papel decisorio y determinante en la designación de su sucesor. Así sucedió en el año 2000, que marca el primer gobierno de alternancia, en donde el presidente en ese momento, Ernesto Zedillo, inclinó la balanza para que Vicente Fox obtuviera el triunfo en esas elecciones.

Misma situación se presentó en los procesos de elección del 2006 y del 2012, en donde el avance político de Andrés Manuel López Obrador orilló a que desde la presidencia de la república se tejiera el triunfo de Felipe Calderón y lo mismo sucedió en las elecciones en la que resultó ganador Enrique Peña Nieto.

Sin embargo, todo indica que el proceso electoral del 2018 puede ser distinto. El presidente no se encuentra en condiciones políticas para incidir en los resultados sucesorios, a menos que desde ahora pacte la transición con AMLO –el candidato que en este momento se perfila como el ganador de acuerdo con las encuestas-, y establezca los salvoconductos que le aseguren impunidad en el corto y mediano plazo, como sucedió con los expresidentes Ernesto Zedillo y Felipe Calderón.

Similar circunstancia se vive en Chiapas. El gobernador Velasco Coello tiene muchos negativos en su gobierno, que le van a afectar a su candidato, lo que lo obliga a mantener el puente de comunicación y apoyos de recursos con los otros candidatos, de tal manera que aún y con su bajo nivel de aceptación, el gobernador continúa siendo el principal elector en la entidad y con ello busca evitar una situación similar a la de los exgobernadores de Veracruz, Tamaulipas, Chihuahua o Quintana Roo, que tienen problemas con la justicia.

Las posibilidades del triunfo del PRI se redujeron considerablemente. Y aún y cuando exista alguna posibilidad de ese partido de ganar con su voto duro en el 2018, ese triunfo va a estar cuestionado, que sus posibilidades para construir gobernabilidad van a ser mínimas.