Sabines el enemigo a vencer

Editorial
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El gobierno de Chiapas viene actuando con una total ineficacia, que el fantasma de Juan Sabines Guerrero está presente en el proceso electoral del 2018. Esto se debe a que Sabines fue el centro del cruce de señalamientos entre el exgobernador Pablo Salazar y el secretario del campo José Antonio Aguilar Bodegas.

 

De la misma manera, Sabines  es el responsable directo del nombramiento de Roberto Albores Gleason como dirigente estatal del PRI, de allí que resulte imposible hablar sobre la ilegal prolongación de la dirigencia de Albores en ese partido, sin la referencia obligada de Juan Sabines.

Lo mismo sucede con el inteligente y crítico discurso de Zoé Robledo, difundido masivamente en las redes sociales, en el que sus contrincantes van a señalar su prolongado silencio ante el juicio popular en contra del gobierno de Sabines,  en el que el senador Robledo fue presidente del Congreso, donde se aprobó gran parte de la deuda contraída por ese gobierno y además fue exonerado de responsabilidad al aprobarle la cuenta pública, a sabiendas del desvío financiero, en virtud a que los recursos de los préstamos no fueron aplicados en proyectos productivos para el Estado.

Visto de esa forma, es previsible que Sabines está preparando un nuevo asalto al poder en la entidad, lo que lo convierte en el verdadero enemigo a vencer en las elecciones del 2018. Situación que explica la división que existe en el PRI, materializada en la asamblea estatal del día de ayer, en donde Albores Gleason representa la carta fuerte del sabinismo, así como la avalancha de críticas que pueden venirse sobre el Senador Zoé Robledo, quien no se ha desligado de la alianza con el exgobernador, que lo llevó a la diputación local y al senado de la república.

Sabines fue un pésimo gobernador en la entidad, pero que tiene la perversidad, las relaciones políticas y los recursos económicos para continuar haciendo daño a la población chiapaneca. Recursos que fueron extraídos del erario de Chiapas, sin que a la fecha se le haya llamado a cuentas por el enriquecimiento que tiene tanto él como sus más cercanos colaboradores.

Chiapas se convirtió en un apreciado botín para un grupo de exgobernadores que buscan perpetuar su extirpe, en un cacicazgo que evoca el antiguo régimen, que fue restituido por las torpezas de Pablo Salazar quien dejó como su legado a Juan Sabines, que representaba el pasado y quien nunca tuvo el proyecto y la visión de construir para el futuro.

Las relaciones que le proporcionaron impunidad a Sabines le permite impulsar con fuerza la candidatura de Roberto Albores Gleason, quien a principios de año, era el seguro candidato de la elite política nacional. Allí estaban sumados Enrique Ochoa Reza, presidente nacional del PRI, Luis Videgaray Caso, secretario de relaciones exteriores y José Murat, el exgobernador de Oaxaca, quien jugó un papel central en la protección e impunidad a Sabines.

Albores Gleason se equivocó al querer emular y superar el destape de Manuel Velasco Coello como candidato a la gubernatura y se preparó el evento en el Estadio de Futbol Víctor Manuel Reyna. El acto resultó contraproducente, porque no se pudo evitar el malestar de las miles de mujeres beneficiarias de PROGRESA acarreadas a ese evento y las consecuencias fueron peores cuando se quiso silenciar a los reporteros que estaban transmitiendo en vivo  el malestar de las asistentes y el pretendido acto d encumbramiento de Albores se convirtió en un escándalo nacional.

Pero Albores no aprende las lecciones y ayer vuelve a repetir el número al negar la entrada a la asamblea del partido a distinguidos priistas de la entidad, lo que significa la ruptura en ese partido, al evidenciar la incapacidad y la negativa de incorporar la disidencia partidaria.

Albores, por su torpeza reiterada, ya no es opción política para nadie, lo que permite prever una mutación del sabinismo a otros candidatos; en el que sus opciones se reducen a los senadores Zoé Robledo y Luis Armando Melgar.