La delincuencia organizada en el PRI

Editorial
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El deterioro de la política en Chiapas llegó a un punto extremo, en el que el cinismo ha sido transformado en purulencia y por gracia del espíritu santo el peor personaje inimaginable en el establo ha sido purificado y elevado a la gracia del señor.

 

En el PRI en Chiapas Julián Nazar Morales ha sido ungido como presidente de ese partido, sin importar los fuertes señalamientos populares que pesan sobre la trayectoria personal de este líder campesino, quien en los últimos 20 años ha logrado amasar una inmensa fortuna, que si las autoridades decidieran investigarlo, fácilmente podría ser procesado por lavado de dinero.

El PRI nacional no ha entendido la necesidad de cambios y de transformación que la sociedad exige en la renovación de la actividad política. Y el presidente nacional de ese partido, Enrique Ochoa Reza, que desde el primer discurso en su toma de protesta como dirigente del PRI, expresó a la militancia el combate a la corrupción y a la impunidad y luego como parte de su discurso en las giras ha reiterado que el PRI tiene que ser el garante de la honestidad  y la honorabilidad de los gobiernos emanados de su partido, con su decisión de imponer a Julián Nazar como presidente del comité estatal, demostró el sin sentido de todo su discurso y se convierte en el gran simulador del combate a la corrupción.

En el PRI nacional prevalecieron los intereses de Luis Videgaray, quien impuso al “Talibán” de Julián Nazar, lo que cierra el círculo de corrupción que rodea a ambos personajes y deja en claro cuál es la apuesta de ese partido para el gobierno de Chiapas.

Videgaray en muchas ocasiones ha mostrado su desprecio a Chiapas. No por algo se le señala como el protector de Juan Sabines, de quien en distintas ocasiones se ha señalado el presunto desvío del presupuesto de la entidad para la campaña de Enrique Peña Nieto, en el que se manifiesta que miles de millones de pesos fueron entregados por el exgobernador de Chiapas precisamente a Luis Videgaray, lo que le garantizó impunidad y le permitió colocarse en el servicio exterior de carrera como cónsul en Orlando, Florida.

Pero no es la primera vez que Videgaray impone a Julián Nazar en una posición importante en Chiapas, ya lo había hecho en la secretaría del campo, en donde el gobernador Manuel Velasco demostró lo pusilánime de su gobierno al designar al “Talibán” como secretario, aún y en contra de sus propias pretensiones e intereses.

Pero Videgaray también defendió a Julián Nazar cuando el gobernador lo quiso remover, después del primer año de gobierno, con pruebas inobjetables de la corrupción detectada en la secretaría del campo, en el que se estableció una outsourcing, que facturaba la comprobación de recursos que fueron a parar a las arcas del hoy flamante líder estatal del PRI.

El nombramiento de Julián Nazar muestra el peor de los escenarios para Chiapas, que ha tenido que soportar de manera consecutiva tres malos gobiernos –la mitomanía del nazareno, la irresponsabilidad de un adicto y la frivolidad y el cinismo de la corrupción institucionalizada-, pero lo que se prevé que viene para Chiapas resulta inimaginable, en el que el Estado se está poniendo a disposición de la delincuencia organizada.