La educación sin brújula

Editorial
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La reforma educativa, sin importa la orientación y el sentido que tenga se ha convertido en un camino de palos y piedras, en la que se ha dejado de construir los consensos, la adhesión y la aceptación del cambio en la libertad.

 

Lo grave de esta situación, es que la educación en el país continúa funcionando sobre modelos de corte medieval y retrógradas, en donde lo que importa son los mecanismos de control y subordinación y los súbditos están obligados a aceptar los códigos y las reglas impuestas en total sumisión.

Ese modelo educativo no permite el discernimiento, y en los casos en que se presenta, de inmediato surge el señalamiento de conductas desviadas, pues eso implica tomar decisiones fuera de las reglas, situación que no está permitido.

La educación terminó siendo una cultura burocratizada en lo que lo finalmente lo que importa es un dato estadístico y no la mejora de la vida pública.

Esto significa que no se tiene como propósito educativo el desarrollar las habilidades y la inteligencia de los educandos sino su domesticación, aunque realmente esta domesticación no es del todo completa, porque siempre queda en la psique de los sujetos la posibilidad del cuestionamiento y la de la rebelión de los patrones de conducta.

La educación cuando se relaciona con la visión del progreso, despierta expectativas, entusiasmo y durante cierto tiempo generó movilidad social. Pero esta visión del progreso ya no es tan real. En virtud de que el progreso entendido como el desarrollo de las fuerzas productivas en la sociedad, terminó poniendo en riesgo la convivencia social y la vida del planeta mismo, por el deterioro ambiental que lo acompaña y porque finalmente la empresa más lucrativa en el mundo es la producción de armas.

En este sentido, el modelo educativo medieval ha convertido a la educación en sueños irrealizables, en donde los maestros perdieron el reconocimiento social y su principal lucha se redujo a una simple demanda salarial.

Hoy día el sistema educativo nacional está en ruinas y se requiere una gran reforma educativa, en lo que lo ideal sería construir un nuevo sistema educativo, pero en donde no se descarta que lo deseable es  construir nuevos cimientos para evitar el derrumbe.

De allí lo alarmante que resulta una reforma educativa impulsada por el gobierno de Peña Nieto, que lo que busca es pintar un edificio que está en ruinas y colocarle nuevos ventanales para simular las condiciones de deterioro.   

La reforma educativa, tal y como fue aprobada por el Congreso de la Unión, resultó inútil y socialmente costosa por el camino de palos y piedras que fueron construyendo los diferentes actores.