Ayer el presidente de la república y el gobernador de Chiapas, cada quien por su lado, realizaron comentarios desafortunados. El presidente, en una comunidad de Oaxaca, le pidió a los medios ser menos críticos de lo que falta y ser parte de la solución. Este comentario en sí podría no tener importancia, pero dicho por el presidente tiene un dejo de reclamo y de censura y eso resulta inaceptable, debido a que una función social de la prensa es su espíritu crítico y pedir que se reduzca esa función en un atentado a la libertad de expresión.
En nuestro país desde los años 30 del siglo pasado en que se formó el régimen político, sobre la prensa ha existido una censura, acompañado con fuertes límites a las libertades. Esto trajo consecuencias negativas para el establecimiento de la democracia en México, en virtud de que ésta no puede desarrollarse en un contexto en donde no existe la libertad de expresión, ni la libertad de reunión. De allí que el comentario del presidente no puede tomarse a la ligera, pues hay una tradición autoritaria del priismo, que es poco afecta a la crítica y este gobierno en especial tiene señalamientos de organismos internacionales de defensa de los derechos humanos como violador de esos derechos.
Por su parte el gobernador Velasco Coello hizo declaraciones en relación a que solicitó a la Auditoría Superior de la Federación (ASF) y a la Secretaría de la Función Pública del Gobierno Federal (SFP) coadyuvar con esquemas de fiscalización de los recursos que se aplicarán a la reconstrucción de las zonas afectadas por el terremoto del pasado 7 de septiembre. Con esta solicitud el gobernador busca atajar la ola de críticas a su gobierno por la falta de transparencia, en el manejo de los recursos públicos y por la corrupción generalizada de sus funcionarios.
La crisis de credibilidad y la desconfianza que hay al gobierno de Chiapas no se soluciona con una solicitud de vigilancia a la Auditoría Superior de la Federación, sobre todo porque hoy día hay muchas empresas que se dedican a vender facturas, que permiten comprobar gastos y encubrir fechorías. Eso lo saben los funcionarios estatales porque desde la contraloría estatal hubo un funcionario que se dedicó a auditar a las dependencias y luego les vendía facturas de una Outsourcing de su propiedad, lo que les permitía limpiar cualquier irregularidad y la actividad realizada por este funcionario la debe conocer muy bien el gobernador; por eso funcionarios como Enoc Hernández, presume que su administración en el ICATECH fue auditada en seis ocasiones sin que se presentara irregularidad alguna, cuando la corrupción en esa dependencia salta a la vista.
Lo real es que ni el gobierno federal ni el gobierno del Estado tienen la confianza ni la credibilidad de la ciudadanía. Y ambos gobiernos se han construido sobre la simulación y el show mediático y sus resultados son negativos. Por ello la convocatoria presidencial de disminuir la crítica resulta desafortunada, porque reducir la crítica en las circunstancias actuales del gobierno es sinónimo de complicidad, pues no se puede guardar silencio a la corrupción que encarna el gobierno de Manuel Velasco; corrupción que también envuelve a muchos funcionarios del gobierno federal, cuyo señalamiento no está exento ni el propio presidente de la república.
