Las circunstancias que vive la entidad ya dejó demostrado que Manuel Velasco no estaba preparado para gobernar y lamentablemente se concluyó el quinto año de su gestión y continúa sin tomar las riendas del gobierno, ocasionando con ello un daño político y económico irreversible a la entidad, que se manifiesta en crecimiento de la pobreza y en un mayor rezago social.
Ningún gobernante había tenido un desencuentro tan marcado con sectores de la población, como lamentablemente viene sucediendo desde el tercer año de esta administración. Pero de igual modo, ninguno había generado odios y rechazos como lo viene haciendo el actual gobernador, que se encuentra en un difícil panorama para los últimos meses que le faltan, que corresponden al proceso electoral..
El futuro para Chiapas no resulta nada halagüeño: hay una debilidad en el funcionamiento del Estado; existe una pérdida de legitimidad del gobernante; hay una ineficacia en la atención y solución de los problemas de la población; se vive una profunda crisis económica-financiera, que redujo las participaciones federales y ocasionó el despido de más de 10 mil empleados de la administración pública estatal y municipal y junto a esta problemática, ahora se vive una tensión social generada por los sismos del 7 y 19 de septiembre, en la que miles de chiapanecos perdieron todo su patrimonio, a quienes hay que atender y resolver los problemas de vivienda, pero el gobierno de Manuel Velasco está rebasado y ya dio muestras suficientes de que no tiene la capacidad de gobernar y hacer frente a esta caótica situación, porque este gobierno es de banalidades, de caprichos, de indiferencia, de corrupción, de chamaquitos que no aprendieron a controlar sus esfínteres y que con gran irresponsabilidad juegan a gobernar, destruyendo las instituciones y afectando el futuro de millones de chiapanecos.
El camino que lleva recorrido Manuel Velasco Coello resulta similar a lo realizado por otros exgobernadores que están en prisión o bajo proceso, como Javier Duarte, de Veracruz, Roberto Borges, de Quintana Roo y César Duarte, de Chihuahua. Todos ellos son señalados por irregularidades en el manejo de los recursos públicos; todos permitieron el enriquecimiento de sus colaboradores y todos fueron cómplices del enriquecimiento ilícito de familiares cercanos.
En diferentes ocasiones y a través de voces distintas se han señalado los actos de corrupción de los funcionarios del gobierno y no ha pasado nada. Frente a estos señalamiento de enriquecimiento de colaboradores y familiares, el gobernador Velasco Coello ha guardado silencio; pero él no ignora sobre las casas, ranchos y cuentas bancarias con que se hicieron sus amigos y familiares.
Por supuesto que él no ignora que los constructores de la macroplaza, que los tuxtlecos llaman la Plaza de mi Mamá, fue construida por familiares de Daniel Sandoval Jafif, aquel cuestionado funcionario de la secretaría de hacienda, que fue multicitado como el responsable de cobrar las participaciones a las constructoras y de decidir quienes eran los proveedores de la administración estatal y a quienes un grupo de proveedores lo acusaron como el responsable de malversar los recursos públicos y negarse a pagar las deudas a los proveedores.
El gobernador sabe perfectamente que el delegado de la secretaría de comunicaciones fue puesto por Javier Herrera, hijo del exgobernador de Veracruz Fidel Herrera y que las principales obras que licita esa dependencia las gana a través de Outsourcing el suegro de su primo Juan Pablo Orantes Coello, quien desapareció la cantidad de mil 800 millones de pesos cobrados como diezmo a las constructoras en la secretaría de obras.
El gobernador tampoco ignora del enriquecimiento vertiginoso de su director de comunicación social, José Luis Sánchez, quien recientemente fue exhibido por el periodista Sergio Melgar, en la edición 257 de su periódico Código Sur. Como tampoco ignora los excesos de Eduardo Zenteno, Jorge Betancourt, Roberto Rubio, Ovidio Cortázar y Julián Nazar.
¿Cómo va a justificar el gobierno de Velasco Coello el derroche presupuestal y el saqueo que ha habido en su gobierno? ¿Con qué obras y resultados va a justificar el ejercicio presupuestal, que para el 2017 son más de 350 mil millones de pesos ejercidos y la proyección financiera para el 2018 van a ser de un total de 450 mil millones de pesos? Este gobierno es indefendible política, económica y socialmente, pero Manuel Velasco se resiste a creerlo.