La descomposición del Estado

Editorial
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Durante las últimas décadas, el Estado Mexicano abandonó la atención de las demandas sociales de la población y la pobreza y desigualdad social creció a niveles alarmantes. Junto a este abandono, el Estado Mexicano vivió un resquebrajamiento en sus instituciones que posibilitó la infiltración del narcotráfico, presente en el país, primero como ruta de paso a los Estados Unidos, luego como productores e introductores al territorio vecino y ahora disputándose el mercado de consumo interno, creándose así los grupos mexicanos ligados al narcotráfico, que permeó los distintos niveles de gobierno y corrompió a todos los cuerpos policíacos y la impartición de justicia

 

Durante más de 8 décadas a la población se le expropió su facultad de elección y por ende, de ejercicio democrático. El sistema de partidos se encuentra alejado de la ciudadanía y éstos se convirtieron en pequeños guetos de poder de minorías, que no sirven de mucho a la reorientación del régimen político en condiciones de crisis.

La descomposición del Estado Mexicano, se evidencia por los escándalos en que presidentes municipales, gobernadores, diputados, jueces, funcionarios de la presidencia, altos mandos militares, empresarios y los partidos políticos, han sido señalados por sus vínculos con la delincuencia organizada, en la que la realidad terminó superando a la ficción y hoy día se vive en el país una integración de la política, la empresa y la delincuencia organizada.

La gota que derramó el vaso y exhibió la violación de los derechos humanos que prevalece en el país, fue el asesinato de 46 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, que destapó la existencia de múltiples fosas clandestinas en Guerrero, Michoacán, Morelos y Veracruz, que dan muestra de la impunidad con que se desaparece y asesina a la población civil en este país, con el agravante de que la situación de inconformidad va a incrementarse por la crisis económica que vive el país.

La crisis puede ser más profunda de lo que se percibe, en virtud de que encuentra a un presidente debilitado, con fuertes acusaciones de corrupción, con una moneda devaluada, con un desprestigio internacional, con los niveles de aceptación más bajos del presidente, debido a la crisis económica, el gobierno por ocurrencias y a las críticas por la violación sistemática de los derechos humanos de la población, en la que a pesar de los señalamientos, existe una fuerte resistencia para emprender los cambios y construir un nuevo país.

La reconstrucción de la nación mexicana se convierte en una necesidad política válida y deseable, pero que presenta múltiples dificultades por el fracaso del sistema de partidos en el país, por la ausencia de opciones políticas que hay en el escenario actual, por la ausencia de nuevas ciudadanías reflexivas y críticas, por las pobres experiencias de participación política en las prácticas democráticas y por la crisis de confianza y de credibilidad que prevalece en la población.  

Nunca como ahora el país presenta un futuro incierto y sombrío. Pero también nunca como ahora hay pequeños sectores de la población que identifican claramente que las instituciones que le daban sentido a la nación mexicana fueron desmanteladas en los últimos 40 años. Lo que significa que nos encontramos en la encrucijada de reconstruir una nueva nación mexicana, con nuevos sentidos y significados y con prácticas democráticas que regulen la vida y la convivencia o bien se continúa en el proceso de degradación social en el que actualmente se encuentra el país, en donde prevalece la corrupción generalizada y la impunidad y en la que se está vendiendo  como el ejemplo de éxito a seguir a los capos del narcotráfico.