Al día siguiente de la agresión y desaparición forzada de los 43 estudiantes de la escuela Normal de Ayotzinapa, la prensa de Guerrero celebró, que se haya puesto un alto a la movilización y agresividad de los estudiantes de esa escuela normal. El aplauso de la prensa a la supuesta aplicación del Estado de derecho, se convirtió en los días siguientes, en que se internacionalizó el escándalo que desnudó la atrocidad cometida por el Estado mexicano, en complicidad y vergüenza de un periodismo que tiene comportamiento mercenario.
Esa misma situación se presentó en Chiapas el día en que la policía detuvo a 23 presuntos estudiantes de las diferentes escuelas normales de la entidad, para luego ser liberado la mayoría de ellos. El aplauso no se hizo esperar de esa prensa sin compromiso social, a sabiendas que la acusación que realizó el secretario de gobierno de la entidad, Juan Carlos Gómez Aranda, es temeraria, al señalar que los normalistas son los presuntos responsables del incendio provocado en las oficinas de la subsecretaría de educación federalizada.
El clima de linchamiento hacia los estudiantes de las escuelas normales se generalizó y eso limita, y en muchos caso cancela, la posibilidad de análisis que propicie la construcción de otras hipótesis sobre las causas y responsables del incendio de esas instalaciones educativas.
Creer y/o afirmar que el incendio fue provocado por los normalistas, que emplearon bombas molotov, resulta irresponsable por no decir ridículo. El incendio destruyó tres pisos del edificio: el sótano, el primer y el segundo piso, lo que evidencia que el atentado fue mayor de lo que se le imputa a los normalistas. Lo sintomático es que durante horas los equipos de bomberos estuvieron trabajando para sofocar el incendio y con todo el esfuerzo realizado no pudieron controlarlo y evitar la pérdida total del edificio.
El punto de partida de una investigación siempre es el móvil. En este sentido el gobierno debiera de manifestar y probar cual es el móvil que orilló a los normalistas a incendiar el edificio. ¿Qué pretendían ganar los normalistas con ese incendio? ¿A dónde pretendían llegar con ese acto piromaniaco? ¿A quién pretendían perjudicar con ese incendio? ¿Qué los motivó a tomar esa estrategia de lucha?
Con la acusación de culpabilidad que hizo el secretario de gobierno y la posterior detención de los estudiantes, en el que fueron liberados 19 de ellos y 4 se quedaron detenidos ¿A quién se está encubriendo? ¿Qué es lo que se trató de ocultar con ese incendio? ¿Por qué incendiar el área de recursos humanos cuando es reiterada la denuncia de venta de plazas en esa secretaría? ¿Por qué mandar línea a periodistas para que linchen y acusen de culpables a los normalistas?
Es bien sabido que en esa secretaría continúan mandando el exsecretario Ricardo Aguilar Gordillo y Roberto Rubio, el colaborador más cercano del gobernador. Entre ellos dos han hecho y deshecho en esa secretaría. Han encabezado negociaciones que han destruido las posibilidades educativas de la entidad. Esos dos funcionarios se han enriquecido del sector educativo y han enriquecido a otros personajes del sector.
Como no es posible en este momento abrir una averiguación en contra de estos personajes, resulta más fácil construir culpables y desafortunadamente los estudiantes de la normal aparecen en este suceso como los chivos expiatorios.