Gobernar Chiapas exige visión, rumbo, experiencia, conocimiento, responsabilidad, aspectos que no están presentes en el actual gobierno, pero en la que tampoco este gobierno tiene la preocupación de mejorar sus resultados ni la de contratar a funcionarios que realicen adecuadamente las funciones propias de gobernar.
El desprestigio de este gobierno está generalizado. Tiene un funcionamiento autista, en el que bien a bien no se sabe que funcionario del gobierno es el peor, debido a que el gabinete está integrado por funcionarios ignorantes, mediocres, irresponsable y corruptos. Todos ellos comandados por un gobernador que nunca maduró, que se desentiende de sus responsabilidades y que considera que el gobernar es una actividad irrelevante.
En Chiapas desde una década atrás el poder está en la caquistocracia –en los peores-; por eso y a pesar de los recursos federales destinados para la entidad, los resultados continúan siendo desastrosos, porque no hay rumbo en el gobierno o bien simplemente porque no hay gobernador.
Bajo estas circunstancias inicia el sexto año de gobierno con el mayor de los desánimos porque el grupo de Velasco Coello carga la derrota al haberse equivocado de candidato a la presidencia de la república. Y la derrota ahora es doble, en virtud de que si hay un personaje que melló la relación del gobernador con el presidente, ese es Aurelio Nuño, quien renunció a la secretaría de educación para ir a coordinar la campaña de José Antonio Meade, y Nuño va a buscar cerrarle el paso con el candidato a Velasco Coello, a quien no puede disimular el desprecio que le tiene al gobernador de Chiapas, a quien siempre señaló como un gobernador que se oponía a la reforma educativa y a quien acusó con el presidente de financiar la protesta de los maestros adheridos a la CNTE. Dicho en otras palabras, Aurelio Nuño considera que Manuel Velasco dinamitó su candidatura, al no imponer el orden que se le exigía y reprimir al movimiento magisterial
Manuel Velasco nunca ha tenido la preocupación por gobernar ni tampoco se va a dedicar en lo últimos meses de su gobierno a siquiera intentarlo, pues simplemente no sabe, no quiere y no puede. Él solo tiene interés en las cuestiones electorales, pero le falló el oráculo y él sabe perfectamente que necesita reposicionarse si quiere tener el salvoconducto de la inmunidad y ante el camino espinoso que tiene, ahora debe remontar el obstáculo llamado Aurelio Nuño.
El escenario político para el gobernador de Chiapas no es nada halagüeño, en virtud de que la inmunidad solo la puede obtener ganando la presidencia de la república y ganando la gubernatura del Estado, algo complicado si desde el centro inclinan la balanza a favor de Roberto Albores o a favor de Luis Armando Melgar. Sobre todo, porque el gobernador sólo tiene un plan “A” y de manera precipitada quiere construir un plan “B” con Fernando Castellanos, quien por sus propios descuidos y soberbia en cualquier momento es sometido a una entrevista frente al Congreso del Estado, en donde tendrá que informar por qué ha incumplido la recomendación que le hiciera el Consejo Estatal de Derechos Humanos para resolver el problema del agua potable y el saneamiento de las aguas en el Fraccionamiento Real del Bosque, lo que lo convierte en un funcionario que viola los derechos humanos de la población en Tuxtla Gutiérrez.
Los desvelos del gobernador son muchos, pero no porque le preocupe la situación de Chiapas sino porque sabe que su pellejo está en riesgo y sus movimientos están cada vez más acotados.