Los juegos de Manuel Velasco

Editorial
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La posibilidad de construir los nuevos rumbos de la historia de Chiapas están por agotarse. El infortunio mayor de Chiapas está el haber sido gobernado en los últimos 18 años por personas con graves debilidades psico-emocionales. En realidad, ni Pablo Salazar ni Juan Sabines ni Manuel Velasco estaban preparados intelectual y emocionalmente para gobernar Chiapas.

 

En Pablo Salazar hubo un mesianismo en el que se ocultaba su resentimiento y su fracaso académico al ser descubierto el fraude de un título que ostentaba ilegalmente.

Juan Sabines fue un desadaptado al que se le dio poder a sabiendas de sus propias debilidades que encontraba refugio en sus adicciones. La sucesión de poder entre Pablo y Juan fue el de una relación enfermiza, en donde sólo a Pablo podía ocurrírsele poner el gobierno de Chiapas en manos de Sabines, en el que su patología extrema lo condujo a perseguir a todos aquellos que lo ayudaron y Pablo Salazar pagó en carne propia los desvaríos de su irresponsabilidad.

Desafortunadamente Manuel Velasco no es la excepción. Él vive en un mundo irreal, en el que no logra distinguir las diferencias entre el mundo real y lo irreal. Eso lo convierte en una persona indiferente a lo que sucede a su alrededor y lo inhabilita para tomar decisiones de gobierno.

Lo vergonzoso para Chiapas es que los tres últimos gobernadores están convencidos de que realizaron un extraordinario papel como gobernantes y todavía pretenden influir en la vida política de la entidad.

La situación de Chiapas es grave y no se ven visos que las condiciones sociales puedan llegar a mejorar, a menos de que en los próximos seis años se tomen una serie de decisiones eficaces y se implementen políticas de mejora del entorno.

Sin embargo las cartas políticas para gobernar la entidad se han reducido prácticamente a tres, porque a unos los eliminó o neutralizó el gobernador y a otros los utiliza como tontos útiles.  En ese sentido las posibilidades reales están en Luis Armando Melgar, en Eduardo Ramírez Aguilar y en José Antonio Aguilar Bodegas, si éste último logra salvar el cerco que le tendió el gobernador, en el que María Elena Orantes se presta al juego de perversidades, en donde la apuesta final es dañar a Chiapas.

El propósito primordial de Manuel Velasco en el proceso del 2018 es obtener inmunidad. El futuro de Chiapas nunca le importó ni cuando llegó como gobernante, menos le importa en estos momentos que dejó de ser el gobernador. Pero en esta carrera de búsqueda de inmunidad, Velasco Coello corre el riesgo de enfrentarse a intereses nacionales, que tienen puesta sus cartas tanto con Roberto Albores, a quien se le busca marginar de la contienda dejándolo solo como candidato del PRI, como con el grupo del candidato a la presidencia del PRI, José Antonio Meade, quien ya cedió de más en Chiapas con personajes que no tienen palabra y que continúan coqueteando con otras opciones.