¿Qué le ocurre a Manuel Velasco?

Editorial
Typography

En un momento en que Chiapas tiene las peores condiciones sociales de la historia, se vive un proceso electoral, en el que desde la Casa de Gobierno, se apuesta a que a la población chiapaneca les vaya mal.

 

Durante cinco años el gobierno de Manuel Velasco no ha pensado en el bienestar de la población ni ha tomado decisiones que permitan construir las bases mínimas para una transformación social en el futuro y para mal de Chiapas se adentró en un océano de corrupción que inunda hasta al funcionario con la responsabilidad más insignificante.

Hasta ahorita resulta sumamente complejo saber qué pretende Manuel Velasco en su estilo muy personal de “gobernar”, en el que existe una pérdida grave de autoridad y un déficit peligroso de gobernabilidad, que puede poner en riesgo la seguridad nacional del país y que tiene hundida la economía de la entidad.

No obstante de que el gobernador ha hecho todo mal, pretende controlar a su antojo el proceso electoral, violando con ello los derechos políticos que tiene la población a elegir libremente a sus autoridades.

Sobre el proceso electoral no hay luces todavía debido a la intromisión irresponsable del gobernador. En este sentido, el proceso está cargado de especulación e incertidumbre, donde los partidos no definen las candidaturas y en donde Manuel Velasco ya fracturó a los partidos y a las alianzas o coaliciones, restando con ello legitimidad a los candidatos.

MORENA es el único partido-coalición que prácticamente tiene definido su candidato, Rutilio Escandón Cadenas, que tiene un porcentaje importante de rechazo de la militancia debido a la relación vergonzante y de sumisión que mantiene con Velasco Coello, el rechazo ha sido público en el que militantes y comités municipales enviaron su protesta al Comité nacional del partido sin que se haya dado una respuesta al respecto.   El Frente por Chiapas se encuentra en disputa por el cabildeo que realiza el gobierno para cerrarle el paso a José Antonio Aguilar Bodegas, para ello utiliza a María Elena Orantes y a Dante Delgado del partido Movimiento Ciudadano, para resquebrajar el Frente. En el PRD utiliza a César Espinosa, presidente del comité estatal, que se aventó la puntada de desacreditar al aspirante. En el PAN utiliza a Santiago Creel, quien así paga los favores que el gobierno de la entidad realiza con su hijo, al otorgarle el contrato para el manejo de los recursos a través de la outsourcing de su propiedad. No obstante esta estrategia, el gobierno emplea a la fiscalía para que le invente presuntos delitos con el fin de inhabilitar al candidato incómodo.

Pero los enconos de Manuel Velasco también se dirigen hacia la candidatura de Roberto Albores Gleason, a quien le entregan el partido verde hecho un cascarón, porque el activo político de ese partido está a la espera de que le indiquen hacia donde se canalizan, sobre todo porque continúan latentes las posibilidades de que Eduardo Ramírez termine siendo candidato a la gubernatura del Estado y a través de él se controla la estructura del partido verde.

En el sistema político mexicano, los gobernadores siempre han tenido fuertes limitantes para imponer a su sucesor. Chiapas no es la excepción pero hoy se percibe una complacencia exagerada, que se entiende por el millón de votos que presume controlar el gobernado del Estado y el candidato del PRI a la presidencia de la república está urgido de votos, y Chiapas representa entre el 8 y el 10% de los votos que José Antonio Meade calcula obtener en el proceso, de allí que la apuesta de que el PRI y el verde vayan separados, sea una concesión de la que goza el gobernador de Chiapas.