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Asesinato de niños, nueva táctica de los cárteles para sembrar el terror

Nacional
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Durante los 10 primeros meses del gobierno de Andrés Manuel López Obrador fueron asesinados 796 niños y adolescentes. La cifra representa que cada seis u ocho horas en promedio –según diversas fuentes– se comete el homicidio de un menor de edad.

Esos números convierten a México en el quinto país más peligroso para la infancia, superando a naciones como Irak o Siria que durante años han sufrido conflictos bélicos declarados.

Según especialistas consultados por Proceso, así como análisis estadísticos oficiales y de organizaciones no gubernamentales, la reciente matanza de tres mujeres y seis niños de la familia LeBarón en Sonora es reflejo de una conducta violenta constante, cuya creciente espiral de muerte y terror comenzó en 2017. Sólo en lo que va de la administración de López Obrador se han reportado entre tres y cuatro asesinatos y cuatro desapariciones diarios.

“Los homicidios de menores de 18 años han ido en aumento”, lamenta la jefa de protección del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) México, Dora Giusti.

“Entre 2015 y 2017 la tendencia fue al alza de manera drástica y preocupante; representa un aumento de 29.43% que desde entonces se mantiene”, dice en entrevista.

El director ejecutivo de la Red por la Defensa de la Infancia en México (Redim), Juan Martín Pérez García, advierte en entrevista que lo que hay que destacar en el asesinato de menores de edad es que “los grupos criminales han adoptado este patrón para generar terror en sus adversarios: otros grupos de la delincuencia y las fuerzas de seguridad”.

Pérez García recuerda que, en los ataques del Cártel de Sinaloa contra las Fuerzas Armadas, el 17 de octubre último en Culiacán, los comandos criminales amenazaron con atacar las unidades habitacionales militares en las que se encontraban familias enteras. “Parece que esto se convierte en el modus operandi de los delincuentes que quieran intimidar a quien sea”.

Sobre el caso LeBarón, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) vinculó el miércoles 6 al grupo La Línea –antiguo brazo armado del Cártel de Juárez– con el ataque que sufrieron los integrantes de la familia en Sonora.

“De repente las balas llovieron desde arriba, desde lo alto de una colina, encima de ellas (de las víctimas)”, dijo Lafe Langford, familiar de las mujeres y niños acribillados, en entrevista con la cadena de noticias estadunidense CNN. “Las madres estaban muertas; había siete niños heridos y caminaron durante horas para ponerse a salvo”. Los cuerpos que quedaron abatidos por las balas fueron quemados.

“Hay factores que sugieren que los conflictos armados y comunitarios, o donde hay presencia de grupos de la delincuencia, elevan el riesgo de que se involucre a menores de edad”, advierte Giusti.

En los últimos 15 días, en diversas regiones del país se reportaron ataques armados en los que había niños entre las víctimas.

El 30 de octubre un comando irrumpió en una fiesta infantil en la alcaldía de Iztapalapa, en la Ciudad de México, y asesinó a quemarropa a dos personas: una mujer y un hombre. Hirieron a 10 más y entre ellos había varios menores de edad.

Las agresiones armadas de este tipo son un patrón que se replica en otros estados. Por ejemplo, el viernes 1 tres niños fueron asesinados en la colonia Luis Donaldo Colosio, Ecatepec. Dos niñas de 10 y ocho años, así como uno de seis, fueron baleados a quemarropa.

“Tenemos que insistir: 796 homicidios de niños deberían ser un escándalo nacional e internacional. Pero no lo es”, lamenta Pérez García.

Dejando de lado los homicidios y matanzas, los menores de edad en México también son presa de la violencia familiar, escolar y del barrio, señala la oficina de la Unicef México. “Generalmente, los niños son más vulnerables a la violencia en los entornos que son más cercanos a ellos”, dice Giusti.

La Unicef alerta que corren mayores riesgos quienes se encuentran más vulnerables por situaciones de abandono o negligencia, marginación, discapacidad, migración, desplazamiento forzado o en contextos de violencia armada.

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos, en su reciente informe Niñas adolescentes: víctimas del crimen organizado en México, reconoció que en nuestro país no existe suficiente claridad legal para hacer frente a la violencia del crimen organizado y otras de “carácter estructural”, como la pobreza y la desigualdad, la normalización de la violencia en el ámbito educativo, la militarización de la seguridad pública e, incluso, la exposición de los padres a entornos violentos.

Entre 2012 y 2017, por ejemplo, fueron asesinados casi 2 mil 600 menores de 15 años; 42% de ellos, a manos de algún familiar, en sus hogares o por maltrato, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía y una investigación de la revista Emeequis, firmada por la reportera Alejandra Crail.

“Tenemos el tema de la disciplina violenta que está muy normalizada en México y que puede llegar, en ocasiones, a la violencia homicida: seis de cada 10 niños de uno a 14 años ha vivido alguna forma de violencia física o psicológica, principalmente en el hogar. Este número lo reportamos en 2015”, explica Giusti.

“Otro tema que me gustaría subrayar es que 34% de las adolescentes de 15 a 17 años en México ha sufrido alguna forma de violencia sexual. Es casi una de cada tres. Las desapariciones de los niños son otro tema: básicamente una quinta parte de los casos reportados implica a niños y adolescentes. La gran mayoría son niñas. Es una edad que es muy sensible al tema de trata y explotación sexual”, concluye.

Pese a los reportes que dibujan la magnitud de la violencia contra el sector más vulnerable de la población, el gobierno de López Obrador ha hecho poco, considera la Redim.

Pérez García lamenta la falta de interés por un fenómeno que ha dejado 796 homicidios hasta septiembre de 2019. Considera que el desinterés se refleja en la no aplicación de políticas públicas que deberían hacer frente a la protección de la niñez. “No tenemos que crear más leyes, no debemos crear más instituciones. Sólo darle prioridad política y asignar presupuesto”.

Pérez García recuerda que cuando López Obrador era candidato a la Presidencia ofreció el cumplimiento de nueve compromisos para proteger a la niñez mexicana. De ellos, afirma, ninguno ha concretado.

“Hay avances en el tema legislativo y documental, pero, como siempre, el problema es su aplicación. En la realidad sobre los niños nada cambia: su salud, pobreza, marginación y falta de voz. Ser niño o niña en México es muy poco deseable”, agrega.