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Sólo nos queda mantenernos firmes, dicen los indígenas chiapanecos

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Un año después de la ceremonia indígena efectuada en Palenque, donde se ubica el rancho La Chingada, del presidente Andrés Manuel López Obrador, las animadversiones zapatistas contra el proyecto del Tren Maya suben de tono.

El pasado 31 de diciembre por la noche, el subcomandante Moisés, que hace seis años y medio sustituyó al subcomandante Marcos como vocero del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), insistió en que ese proyecto atenta contra las tierras de las comunidades indígenas y advirtió que las defenderán hasta con su vida.

El doctor Gerardo González, quien formó parte del equipo médico del subcomandante Marcos en los primeros meses de la insurrección de 1994, sostiene que, pese al descontento generalizado, los zapatistas –el EZLN tiene 43 municipios con gobierno autónomo– ya no portan las armas desde hace años ni han mostrado intenciones de enfrentarse de nuevo al gobierno.

–Pero con las declaraciones del subcomandante Moisés de que darían la vida para defender la tierra, los zapatistas dan la impresión de que regresan a las armas –pregunta el reportero al doctor González.

–Creo que no va a suceder… Nadie puede prever una radicalización en términos militares; es claro que las declaraciones son políticas, autogestivas. Su radicalidad está en la construcción de una ruta de autogobierno con proyectos agrícolas autogestivos y los trabajos colectivos que están construyendo.

–¿Se descarta entonces una confrontación armada a pesar de que Moisés dijo que darían la vida por defender su tierra?

–Así es, en un sentido metafórico es claro que la van a defender, van a dar la lucha por la tierra como otros que lo están haciendo.

No obstante, el excolaborador de los zapatistas admite que la propuesta del Tren Maya complica más la situación en Chiapas, donde se vive una crisis de migración, violencia, asaltos en las carreteras y el fortalecimiento del narcotráfico en la zona norte colindante con Tabasco.

La “Cuarta Aniquilación”

De acuerdo con el proyecto del Tren Maya, sólo una mínima parte de 50 kilómetros pasará por zona de influencia zapatista en el municipio de Palenque, Chiapas, y en Escárcega, Campeche, pues el resto de los mil 500 kilómetros de las vías irán por los estados de Tabasco, Quintana Roo y Yucatán.

Se prevé que el costo será de más de 7 mil millones de dólares, con la participación de iniciativa privada nacional y extranjera. Según el director del proyecto, Rogelio Jiménez Pons, titular del Fondo Nacional de Turismo (Fonatur), estará listo en 2023.

En el Foro en Defensa del Territorio y la Madre Tierra, celebrado el 21 y 22 de diciembre en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, un representante del EZLN manifestó: “La Cuarta Aniquilación nos va a destruir a todos, va a haber mucha tristeza… da coraje y rabia ver cómo siguen engañando a nuestros hermanos. La situación que viene con el nuevo gobierno es de despojo. Por eso, ante esto, sólo nos queda resistir y enfrentar la guerra de la Cuarta Aniquilación”.

El pasado 15 de diciembre el gobierno federal realizó una consulta en las zonas indígenas por donde pasará el Tren Maya y según sus resultados más de 92% apoyaron la construcción. Al día siguiente en la conferencia de prensa matutina, López Obrador presentó esos resultados y el plan de construcción de la obra que estará a cargo del Fonatur, con un presupuesto de 120 mil millones de pesos.

“Iniciaremos la primera licitación en la primera semana de enero, en las zonas donde ya existe vía, y para finales de marzo o principios de abril estarán comenzando las obras”, explicó ese día el director del Fonatur.

Adelfo Regino Montes, titular del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas y exasesor del EZLN en los diálogos de paz de San Andrés Larráinzar, aseguró que en la consulta participó 70% de las mil 78 comunidades indígenas convocadas.

“Hubo consenso generalizado, unánime, por la implementación del proyecto de desarrollo del Tren Maya”, afirmó Regino Montes.

Días después, en un comunicado, el EZLN, el Congreso Nacional Indígena (CNI) y el Concejo Indígena de Gobierno acusaron que fue una “simulación” y aseguraron que el gobierno “entrega los territorios indígenas al gran capital industrial y turístico” encargado de reconfigurar el país para dejarlo a merced del capital multinacional.

Los desencuentros empezaron en 2006, cuando el EZLN llamó a votar contra López Obrador, ratificando su posición de rechazar a todos los partidos y la clase política en general, recuerda González.

–En estos desencuentros, ¿cuáles han sido las diferencias entre Marcos y Andrés Manuel?

–Para el subcomandante Marcos o Galeano, Andrés Manuel representa una opción política dictatorial, caudillista y mesiánica; no la ven como una opción de izquierda y democrática, sino como alguien que está muy lejano de su apuesta de autogobierno y autonomía de las comunidades indígenas.

“Cuando mencionan que es como un capataz, lo que dicen es que no ven un cambio o una apuesta de rompimiento con el régimen en que hemos vivido, sino una continuidad de un gobierno de corte neoliberal. Ahí es donde los zapatistas ven que el gobierno de Andrés Manuel es un peligro para sus territorios con sus megaproyectos.”

Finalmente, al margen de los programas y proyectos gubernamentales, González asegura que en Chiapas hay confrontaciones, problemas de migración, altos índices de violencia vinculada con el narcotráfico y la presencia activa de paramilitares en la selva y la montaña.

Y sentencia: “Creo que es un error concentrar todo en la contradicción que existe entre en zapatismo y el Estado; hay una situación grave que no se ha resuelto”.