La renuncia del secretario de hacienda

Editorial
Typography

El manejo de la economía de un país es un asunto serio, y más cuando hay inversiones especulativas como las hay en México, que a la menor señal de riesgo se vuelven capitales volátiles y pueden generar daños mayores.

Sobre la economía mexicana las calificadoras han bajado las expectativas de crecimiento del país, a punto tal que la sitúan poco arriba del 1%. Otras voces llegaron a hablar de una recesión económica y otros más ven con desconfianza cómo crece el riesgo país, que pueden poner más cara la tasa de interés de los créditos internacionales.

Frente a esta situación compleja de los indicadores económicos, representa una prioridad enviar señales de confianza a los mercados internacionales. Y esto es lo que no se hizo con la repentina renuncia del secretario de hacienda, que puso nervioso a los capitales.

Un primer mensaje que deben enviar los responsables de las finanzas en México es el de la confianza. En este sentido, el área hacendaria es tan sensible que no puedes designar como responsable de la oficina a un improvisado, pues los costos y los errores pueden ser de fatales consecuencias. De allí en que exista una regla no escrita sobre que las propuestas para la secretaría de hacienda deben contar con la aprobación de los círculos financieros internacionales.

Carlos Urzúa, el ahora exsecretario de hacienda, goza del respeto y reconocimiento en los mercados internacionales y su nombramiento fue bien recibido. Por eso su renuncia al cargo no puede verse con ligereza y menos con denostaciones o señalamientos de neoliberal, pues esa decisión en el ámbito personal puede ocasionar repercusiones en el ámbito nacional.

En estos siete meses el gobierno ha enviado señales que generan desconfianza a los mercados financieros, entre ellas está la cancelación del aeropuerto de Texcoco y la propuesta de cancelación de los contratos de gasoductos de la CFE. Sin embargo la renuncia de Urzúa, por las expresiones que utiliza, entraña varias lecturas y golpea en el ánimo de los inversionistas, pues denota una falta de unidad en la conducción de la política económica del país y despierta la desconfianza hacia el gobierno mexicano.

AMLO enfrenta el primer cisma de su gobierno y bien valdría la pena que analizara la situación y realizara un recuento de los daños, pero sobre todo debe evaluar los resultados de la política económica y valorar un cambio de timón, en los alcances de los programas sociales, pues esos apoyos representa un golpe a las expectativas de las sectores medios, que han sido los más golpeados por las decisiones de la austeridad implementadas por el gobierno, que significaron la reducción de los salarios de la burocracia y de miles de despidos en toda la estructura funcional de la administración Pública federal.